OPINIÓN | Lo importante
Todos los años se debate sobre ello, respecto a la conveniencia de que el mercado se cierre en el inicio del campeonato, y jamás se soluciona. En esta ocasión además el solapamiento es total. Leganés y Deportivo jugarán su partido mientras el zoco futbolístico apura sus últimos minutos. Cualquiera de los futbolistas que se alineen en Butarque podrá meterse en la ducha en torno a las once y media de la noche como jugador de un equipo y salir de ella con el billete hacia un nuevo destino. Al fondo de todo hay un partido, que se supone que es lo esencial. Antonio Hidalgo no quiso en su tempranera comparecencia dominical dar por cerrada la plantilla, pero se mostró satisfecho con lo que tiene. Y eso es lo bueno: el Deportivo llega a Leganés más pendiente de lo importante que de lo accesorio.
Lo que importa es jugar y ganar, como siempre. Y el tropiezo de la pasada jornada ayuda a entender las complicaciones de manejarse en una categoría selvática. Nada tengo contra la ilusión, motor de grandes logros, pero por momentos enfrascados en un mercado que ahora a todos satisface semejaba que el Deportivo podía transitar por la categoría con cierta suficiencia. Y nada le sobra. Nada está de más en un plantel en el que a priorí se pueden identificar algunas debilidades (falta una cierta dosis de fiereza en la zaga, está por ver el rendimiento en la portería y quizás haga falta algún recambio más en el centro del campo para sostenerse durante 42 jornadas) y no pocas fortalezas. Sin duda una de ellas es el arsenal que Hidalgo tiene a su disposición en ataque, donde los movimientos de las últimas horas parecen provechosos.
Y es ahí donde importa la mano del entrenador como líder y faro del colectivo, la capacidad para tejer una estrategia que potencia el rendimiento de futbolistas diferenciales que casi no tuvieron la pelota en los pies en la espesa tarde contra el Burgos. Es ahora cuando debe aparecer la alquimia que convierta en un equipo la colección de cromos que ha juntado Fernando Soriano con la ayuda del músculo económico del club. Llega el momento de la gestión de los recursos, de encontrar la manera de obtener el máximo rendimiento que puedan aportar tipos como Yeremay, Stoichkov, Soriano (Mario), Mulattieri, Mella, Luismi Cruz y Eddahchouri. Nunca, ni siquiera en una pachanga en Abegondo, jugarán los siete a la vez.
Un equipo es mucho más que una interesante nómina de talentos. Es liderazgo en una zaga que conceda lo mínimo, oficio en la sala de máquinas, trabajo y desborde por los flancos. Es fluidez y magia en los últimos metros. Y gol. Es una afición entregada y un club sólido y estable. Todo eso se intuye, pero todavía debe acabar de conformarse y de mezclar para alcanzar el éxito final. Y entender que por el camino habrá sinsabores que deben gestionarse. Por eso nada de lo que ocurra esta noche en Butarque, en el césped, será decisivo, pero sí importante. Para crecer y creer.