
Todavía impacta ver el Tombita (Fran Torres, Mendoza, Argentina, 2004) que se fue y el que volvió después de un año de cesión en el Lleida. Al cambio físico le acompaña su madurez deportiva, pero también la personal. El ejemplo perfecto de comportamiento cuando la vida te da limones. Acababa de renovar con el equipo verdiblanco y no se esperaba para nada la salida, propiciada por la llegada tardía de Tato Ferruccio a la plantilla del año pasado. Se le pidió que aprovechara el tiempo fuera para crecer y cumplió su parte al cien por cien, lo que le ha hecho ganarse el billete de vuelta aunque por el camino le haya tocado cruzarse con su mejor amigo, Fabrizio Ciocale, que hizo este verano el viaje a la inversa: A Coruña-Lleida.
“Cuando me dijeron que me cedían fue un poco tarde, pero lo tomé lo mejor posible pensando tengo que entrenar y que esforzarme cada día para poder volver a estar en este club, que es muy grande. Y fue lo que hice, entrené y me llegó el momento de la llamada para que volviera y me puse súper contento. Sin dudarlo dije que sí”, recuerda y reconoce que el curso pasado en Lleida fue de crecimiento en todos los sentidos. “Tuve que aprender mucho tanto dentro de la cancha como fuera y eso fue lo que me ayudó a crecer tanto como persona como jugador”, admite y da las gracias al club ilerdense por haber sido justo lo que necesitaba en el momento que atravesaba: “Tuve grandes compañeros, un muy buen equipo, el entrenador súper bien... Me ayudaron a seguir con mi mejora y estoy muy agradecido al Lleida porque fue el que me abrió las puertas, el que confió en mí, y gracias a ello yo creo que he hecho el camino para volver a estar acá”.
Por eso sabe que su gran amigo Fabrizio Ciocale va a estar bien allí. “Es como un hermano para mí, lo quiero muchísimo, y cuando me dijo que tenía la posibilidad de irse a Lleida, yo todavía no sabía nada del Liceo, y me puse contento por la posibilidad de volver a jugar con él. Pero la semana después de la Copa del Rey ya me llamaron para volver así que no se dio y yo estoy muy contento de volver”, explica sobre el timing de los dos fichajes.
No viene solo, sino con Nuno Paiva, al que puede ayudar para integrarse en un vestuario que él ya conoce de sobra. “Lo pasamos bien en Lleida y al principio le voy a hacer un par de bromas para que se vaya soltando. Él al final es muy buena persona y tal y como cuando yo llegué a Lleida él me ayudó a mí, ahora soy yo el que le voy a ayudar a él a que se integre tanto en la ciudad como en el equipo”, apunta, aunque también cree que no es difícil encajar en un vestuario como el del Liceo: “Somos todos amigos, estamos de risas, hacemos planes juntos, vamos a comer... y al final cada semana que estamos viajando por lo que estamos siempre juntos. Y es lo más lindo del Liceo, que es como una familia”, analiza. No echaba de menos, sin embargo, tanto avión. “Era más furgoneta”.

El ADN de Tombita es el gol. “Vengo con mucha ambición de meter muchos goles, pero sobre todo que sirvan para ayudar al equipo”, asegura y también valora su avance en defensa. “Es uno de los puntos que me faltaba, y yo creo que he mejorado bastante en defensa y en ataque también soy mucho más de lo que era. Al final lo importante era tener minutos y es lo que tuve en Lleida, muchos minutos, muchísimos, para ir aprendiendo en cada partido, evolucionado”, reflexiona. ¿Y si ahora vuelve a tener menos en el Liceo? “Los minutos se ganan entrenando. Si vas a entrenar bien y estás todos los días enfocado a lo que te pide el entrenador, no tienes por qué no jugar, ¿no? Yo lo que tengo que hacer es seguir entrenando, darle seguridad a Copa, y llegarán los minutos”, añade.
Títulos
El argentino, que llegó a A Coruña con 14 años (y ya había una incursión con 10 a Portugal, donde hizo pruebas con el Benfica, otro de los equipos en los que había jugado su tío Leonardo), no esconde que el objetivo es ganar títulos. “El primero ya la Supercopa, que será el 20 de septiembre. Empezamos ahora en agosto a entrenar y tenemos que intentar llegar a esa competición con lo mejor para traer el título a Coruña, es la ambición de todos nosotros porque también es el ADN del Liceo”.
A las puertas se quedó el año pasado con el Lleida en la final de la Copa del Rey, donde tanto él como Nuno Paiva dieron una exhibición que no pasó desapercibida para los ojeadores coruñeses en la grada. “Hubiese sido un título muy lindo, hicimos un buen campeonato, llegando a la final, era histórico para el Lleida porque nunca había llegado a una final. Al final no se pudo ganarla solo por un gol, pero estoy muy orgulloso de lo que conseguimos”. Orgulloso y con hambre de más.