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Depor

Yeremay sigue a lo suyo y devuelve el foco al césped

El Deportivo estrenó la temporada en el Nuevo Los Cármenes con un triunfo serio (1-3), aunque sobre el césped no todo fue brillante. El conjunto de Antonio Hidalgo ganó con oficio, aprovechando su calidad en momentos puntuales y castigando los errores de un Granada en cuadro. Pero más allá del marcador, el partido volvió a servir como escaparate para Yeremay y Mella, los dos nombres propios de una semana en la que las ofertas mareantes no han cesado de sonar en el entorno blanquiazul.

El Sporting de Portugal insiste en hacerse con Yeremay, el Al Ahli de Arabia le ha puesto a Mella encima de la mesa un salario estratosférico y en otros entornos de clubes de Segunda cuesta entender cómo un equipo de la categoría de plata, que ha pasado recientemente cuatro años en el barro, se permite el lujo de rechazar semejante millonada por dos jóvenes. La respuesta desde A Coruña siempre ha sido clara. El Dépor no necesita vender y quiere construir con ellos el proyecto del regreso a Primera. Y la de los propios futbolistas, también. Basta con repasar sus redes en esta semana ante los rumores de Portugal y Arabia: imágenes con la camiseta blanquiazul, mensajes velados a la afición y un aire de reivindicación que tuvo continuidad sobre el césped nazarí.

Yeremay fue el mejor ejemplo. A pesar de un inicio de partido mortecino, el canario demostró desde el principio ese descaro tan suyo que le llevó a intentar un taconazo en su primera acción, aunque justo antes casi se había caído. En la siguiente jugada encadenó un par de fintas, una croqueta y un pase atrás. Como si nada, con el aire del Yere de siempre. En la acción del 0-1, al borde del descanso, dejó otro detalle de crack. Un taconazo que formó parte de una jugada coral preciosa, adornada con otra fantasía de Eddahchouri y culminada por Mario Soriano.

La segunda mitad le dio metros para correr, su escenario favorito. Yeremay fue un auténtico tormento para el Granada. En el minuto 52, condujo con potencia a campo abierto y rozó el 0-3 con un disparo que le salió centrado. Después probó desde la frontal, se dejó caer a banda para encarar, recibió faltas y hasta escuchó a los aficionados blanquiazules corear su nombre. El cansancio le jugó malas pasadas en la recta final, sobre todo en la toma de decisiones cuando falló un par de ocasiones claras, pero su despliegue fue total. Durante 90 minutos repitió esfuerzos, hundió a la defensa rival con sus carreras y transmitió la sensación de que cada vez que tocaba el balón podía pasar algo. En otra ventana de mercado con ruido sobre su figura, Yeremay volvió a hablar en el campo.

Por su parte, Mella saltó al campo en el minuto 61 en sustitución de un entonado Luismi. Esta vez no fue protagonista, pero sí dejó claro que sigue comprometido. Lo intentó de inmediato con alguna conducción desde la derecha, regaló un cambio de orientación magnífico a Yeremay y se vació en cada contra, aunque no siempre le llegó el balón. En defensa colaboró cortando centros y sufrió una dura entrada de Diallo. En el descuento incluso se animó con un disparo desde la frontal tras un recorte. Su partido fue más discreto, pero igual de significativo. Con menos focos, se dedicó a trabajar para el equipo y a estirar al rival en un tramo en el que el Granada ya estaba en la reserva tras la expulsión de Manu Lama.

El Dépor, en conjunto, no firmó un encuentro deslumbrante. Cometió errores atrás en la primera parte y durante la segunda mitad se pudo ahorrar la incertidumbre de un marcador apretado hasta que Escudero sentenció en el tramo final. Pero entre las luces y las sombras, el Dépor volvió a disfrutar de la implicación de sus dos perlas. Yeremay fue protagonista total, aunque le faltó la guinda del gol, mientras que Mella dio refresco desde el banquillo. Ambos demostraron que el ruido no les despista.

Desde fuera seguirá sorprendiendo que el Deportivo diga “no” a tantos millones. Desde dentro, basta ver a los dos canteranos correr, arriesgar y vaciarse en Granada para entenderlo. El club quiere crecer con ellos. Y ellos, al menos de momento, también.