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Depor

LA LUPA | Stoichkov, de profesión atacante

El segundo punta ha pasado de ser el futbolista más ‘repetido’ en una alineación a no tener apenas cabida en la actualidad. En sus orígenes, el fútbol era un juego en el que se entendía que, para marcar más goles que el contrario, era imprescindible llevar la pelota cuanto antes cerca del área rival. Así, en un deporte en el que solo se jugaba rápido y directo, con escaso rigor y desarrollo, era normal que a todos los colectivos les interesase contar con muchos futbolistas con las cualidades más óptimas para ayudar a alcanzar la única meta desde que el balompié es balompié: el gol.

Poco a poco, el juego sumó sofisticación a su desarrollo. De esa estructura primaria de 2-3-5 en forma de pirámide invertida se fue evolucionando hacia dibujos con más defensas y medios, necesarios no solo para contener al rival, sino para comenzar a hilar más pases y dejar de jugar directo por jugar directo.

Un siglo después, en el fútbol que había sido de los delanteros dominaban los centrocampistas gracias a la última revolución impulsada por Pep Guardiola, capaz de darle una nueva vuelta al juego y no solo darle una mayor trascendencia a disponer del balón, sino impulsar el estudio y desarrollo de las presiones al milímetro como antídoto al paradigma ganador.

En ese contexto se agudizó el peligro de extinción de los mediapuntas. El verso libre, hábil entre líneas, sin responsabilidad defensiva y con libertad para crear. Pero también desapareció el espacio para la figura del segundo delantero, ese futbolista que no termina de ser un ariete referencia pero tampoco maneja la habilidad para moverse entre líneas del enganche de toda la vida ni, por supuesto, dispone de la capacidad para ir y venir de los centrocampistas.

Deportistas de los últimos 40 años como Roberto Baggio, Alessandro Del Piero, Dennis Bergkamp, Raúl González o Carlos Tévez tendrían hoy dificultades para encontrar su mejor rol. Su talento se acabaría imponiendo por encima de lo preestablecido, claro. Pero seguro que no sería sencillo. Ninguno de ellos terminaba de tener las características para ser punta en solitario, pero la mayoría tampoco hubiesen rendido como centrocampistas.

En esa tesitura se encuentra el segundo delantero, una figura que aún sigue surgiendo pero que debe optar por convertirse en un atacante polivalente. Ni es delantero centro, ni es mediapunta, ni es extremo. Pero sabe hacer un poco de todo. Y ese es el caso de Juan Diego Molina ‘Stoichkov’, el último fichaje del Deportivo.

El futbolista andaluz cedido por el Granada comparte con el Balón de Oro búlgaro del que ‘hereda’ su apodo la posición en el campo. Si Hristo era un jugador que partió de banda, actuó como segundo delantero y también tuvo momentos en su carrera como ‘9’ más móvil, algo similar ocurre con Juan Diego.

Un poco de todo

A punto de cumplir 32 años, el sanroqueño llega al Dépor como un futbolista de profesión atacante. Stoichkov no es un delantero centro al uso, pues no dispone de las características físicas ideales para imponerse a centrales. Tampoco es un mediapunta, ya que carece de la coordinación en el giro y la sensibilidad en el pase para ser resolutivo entre líneas. Y no termina de ser un extremo porque su regate no es el más pulcro ni es diferencial recorriendo metros. Sin embargo, va cogiendo algunas de las características prototípicas de cada uno de esos puestos para configurarse como un atacante tan polivalente como completo.

La polivalencia es esa cualidad que en el fútbol puede ser positiva, aunque también tiene una cara opuesta. Porque cualquier entrenador quiere disponer de jugadores capaces de arreglarle un roto y también un descosido. Pero precisamente esa capacidad ‘multifunción’ puede acabar provocando que el futbolista en cuestión no termine de encajar en ningún rol. Valer para todo sin ser importante para nada. No sucede eso en el caso de Stoichkov, que adquiere de su abanico de notables recursos su condición para poder rendir en diferentes roles hasta poder ser sobresaliente de verdad en esta Segunda División, si el colectivo sabe entenderle.

“A Stoichkov le gusta jugar por detrás del delantero, seguramente escorado a la izquierda es donde se encuentra más cómodo. En Sabadell le utilicé en las tres posiciones de la mediapunta. Si fuese necesario en punta, ha jugado ahí aun sabiendo que no es su posición ideal. Nos da muchas opciones y muchísimo gol, que es lo que necesitan los equipos”, apuntaba Antonio Hidalgo en su primera comparecencia pública tras la hacerse oficial el fichaje de un jugador que ya había explotado en Alcorcón, pero que terminó de confirmarse en la Nova Creu Alta como pupilo del preparador catalán.

Precisamente su vínculo con Hidalgo hace cinco temporadas y el hecho de que compartiese —y se entendiese— con Mario Soriano segunda línea de ataque en el Eibar que amagó con ascender a Primera hace dos cursos son argumentos que permiten ser optimistas con la incorporación y el encaje del gaditano en el actual Dépor. Porque a Stoichkov se le imagina, de inicio, como un futbolista capaz de ejercer de revulsivo en el frente de ataque blanquiazul en función de las necesidades. Partir desde las dos bandas, por detrás del ariete o como delantero muy móvil. Y, si recupera el nivel que tan solo perdió el pasado curso con su ‘sube y baja’ entre Alavés y Granada, con capacidad para opositar a un puesto de inicio.

Stoichkov vs Soriano

No tendrá fácil adquirir esa condición de titular, pues el gran momento de su carrera llegó en un Eibar que pudo ubicarlo, principalmente, como un falso extremo izquierdo con mucha libertad para moverse. El coto parece reservado para Yeremay Hernández. Pero a lo largo de una temporada tan larga pueden surgir diferentes necesidades que precisen nuevas respuestas.

Pase lo que pase, lo que es evidente es que partiendo de ese carril zurdo, el andaluz encuentra un perfil más natural para recibir al pie o al espacio y encarar a portería. Porque con el ex de Alavés o Eibar, el Dépor no adquiere a un futbolista capaz de amenazar por fuera. No dispone del centro, del regate ni de la velocidad para ello. Es un jugador que ‘nace’ en ese pasillo exterior como mejor camino para poder aparecer por dentro y destapar su verdadera amenaza. Es un futbolista enfocado al gol.

Movilidad y remate

Movilidad y remate. Son los dos principales puntos fuertes de un futbolista que no ofrece un exceso de actividad, sino que estudia cada movimiento. Stoichkov es un delantero muy inteligente, capaz de entender cuándo debe atacar la profundidad en zonas más exteriores y cuándo puede soltarse para pisar el carril central.

Juan Diego maneja el tiempo y el espacio para aparecer e irse en el momento y el lugar precisos y con la trayectoria adecuada. Es un as del desmarque. Sus rupturas cortas y medias a espaldas de la última línea contraria son oro puro. Por comprensión y por capacidad para domesticar el esférico, protegerlo o conducir tirando de su potencia en distancias no excesivamente largas.

Stoichkov

Así, no es de extrañar que marque muchos goles por aparecer en el sitio. Destaca más llegando que esperando o participando. Aunque sus recursos a la hora de atemorizar a los rivales van más allá del oportunismo, pues  en esas posiciones más frontales a la meta, puede sacar a relucir su poderoso disparo. Stoichkov no se lo piensa. Y además, encuentra amenaza a partir de esa capacidad para armar la pierna y ajustar. No solo con la derecha, sino también con la izquierda.

Esa facilidad para jugar con las dos piernas le permite ganarse décimas de segundo vitales con los controles. Relativamente pulcros y siempre con el pie correcto. Algo útil no solo para fabricarse acciones de remate, sino para convertirse en un futbolista también interesante en la construcción.

Precisamente por eso, esta temporada en sus dos partidos con el Granada de Pacheta, Stoichkov ha sido el jugador encargado de aparecer entre líneas. No tiene la ‘dulzura’ de Soriano o Yeremay para girarse ni la sensibilidad en el pase. De hecho, en ocasiones falla en la toma de decisión o en la ejecución simplemente porque da la sensación de querer acelerar en exceso. Pero sabe manejarse en la trinchera entre la defensa y el centro del campo enemigos por su buena percepción espacial propia y de lo que le rodea.

Mapa calor Stoichkov

De este modo, el Dépor e Hidalgo adquieren a un atacante total que incluso en situaciones puntuales podría jugar como ariete. No es el que mejor ‘cuerpea’ ni se impone por físico, pero con su notable técnica de cabeceo encuentra redondea unos excelentes recursos en el remate.

Su currículm arroja un gol cada 218 minutos en Segunda. 77 dianas en total. Todo sin ser '9'. La cifra lo dice todo. Capacidad anotadora, amenaza a espaldas de la defensa con el equipo instalado en campo rival y relativa capacidad para construir entre líneas. Todo lo que Cristian Herrera no ha logrado concretar por el momento vestido de blanquiazul y que, ahora, sí oposita a ser un futbolista que eleva de manera notable el techo del ataque deportivista.