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Recientemente en una carrera, me extrañó una decisión de los comisarios y la forma en que aplicaron el reglamento. Por eso al margen de contar lo deportivo, escribí un pequeño texto exponiendo un asunto que yo entendí sujeto a controversia (y que posiblemente fuese motivo para revisar el reglamento, y evitar futuros conflictos). Mi publicación sentó mal al comité organizador de la prueba, que me dedicó una carta plena en calificativos. Eludieron explicar cómo habían aplicado el reglamento, simplemente me plantearon una pregunta: "¿cree usted que está autorizado para cuestionar las decisiones del colegio de comisarios deportivos?".

La pregunta es absurda, por su obvia respuesta: Estoy tan capacitado como lo estaría cualquier espectador que conociendo el reglamento de un deporte, descubra al árbitro aplicándolo erróneamente (por ejemplo señalando a un jugador de fútbol que saque de centro después de que el balón se escape por la banda, o en baloncesto castigando un fuera de juego). Esta anécdota refleja una de las realidades incómodas de las carreras en Galicia: la constatación de descubrir las manos en las que estamos.

Si usted ha leído hasta aquí, no se lleve a engaño por ese pomposo nombre "colegio de comisarios deportivos". ¿Colegio, de qué? sepa que para obtener la licencia correspondiente para ejercer como comisario de una carrera, la FEDERACIÓN GALLEGA NO EXIGE PASAR EXAMEN ALGUNO, ni acreditar de forma oficial un adecuado grado de conocimiento del reglamento a aplicar. Todo se reduce a una mera cuestión de pagar unas tasas. Y ojo, que aunque en las pruebas de Campeonato de España sí se exigía un examen, la rigurosidad con la que se hacía era más bien poca (ni siquiera se comprobaba la identidad del examinado). Hablamos en pasado, porque actualmente, desde la llegada de la Licencia Única, todo este asunto ha quedado un tanto revuelto y la cesión de competencias aporta ciertas `lagunas legales' aún pendientes de solución.

Al mismo tiempo, querido lector, los pilotos gallegos obtienen una licencia para competir sin demostrar que sean capaces de controlar su vehículo mejor que usted, y de hecho tampoco se les exige pasar un reconocimiento médico (que sí es obligatorio en las pruebas del Campeonato de España). En realidad muchos de los pilotos incluso ignoran el significado de las banderas.

Tenemos, ni más ni menos, las carreras que nos merecemos. Y conocer todo esto creo que resulta útil para evitar que los cargos, puestos y roles de cada uno se nos suban a la cabeza.

Porque al final, a todos se nos acaba conociendo por nuestras obras y trayectoria.