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En la trepidante final que brindaron Rafa Nadal y Roger Federer la pasada semana en el Open de Australia, sorprendió ver al suizo como esperaba impacientemente el veredicto del llamado Ojo de Halcón para poder festejar el título que ganó en Melbourne con todo merecimiento. Este hecho por ser habitual no deja de causar asombro ya que resta espontaneidad y vivacidad al desarrollo del partido.

Sin embargo el tenis es uno de los deportes en el que mejor encaja esta tecnología. En cada partido se producen muchas jugadas dudosas que debido a la velocidad diabólica de la bola son imposibles de apreciar con nitidez por el ojo humano. Todas las dudas se circunscriben al lugar dónde ha botado la pelota: dentro o fuera. Por eso, la ayuda de unas cámaras estratégicamente situadas es decisiva y se resuelve todos los dilemas sin discusión.

No ocurre lo mismo con el fútbol. En primer lugar, la casuística abarca muchos más aspectos que en el tenis. Las polémicas en este deporte no sólo se derivan de un gol fantasma sino que pueden ser propiciadas por fueras de juego, faltas, amonestaciones, tiempo de descuento, en fin que son tantos los focos de conflicto como las apreciaciones que genera el reglamento. Al margen de que las imágenes que arroja el Ojo de Halcón puedan resultar esclarecedoras, las decisiones las deberá resolver el equipo arbitral interpretando el reglamento. En estos casos las herramientas tecnológicas no van a zanjar la controversia.

En el reciente Mundialito de Clubes, un torneo tan falto de interés como de emoción, se ensayaron algunas de las posibilidades que ofrece esta tecnología. En un partido que disputó el Real Madrid contra el América se concedió un gol a Cristiano Ronaldo. Tras consultar con el vídeo fue anulado desde la banda por el equipo arbitral y finalmente el árbitro vuelve a conceder el gol creando risas y desconcierto entre los jugadores. ¿Resultó esclarecedor el método o sólo añadió otro punto de discordia?

Rebobinando un poco, todo empezó hace muchos años con la famosa moviola de TVE que los lunes encendía la polémica con las imágenes de los partidos del domingo. En este programa se repetían las jugadas a cámara lenta, hacia adelante y hacia atrás para, con la ayuda de un trencilla retirado, enjuiciar a posteriori las decisiones del colegiado. Algo muy fácil pero que un árbitro debe de resolver en el campo en décimas de segundo y con la única ayuda de sus jueces de línea, su conocimiento y su experiencia.

No nos engañemos, si pretendemos que la tecnología resuelve las jugadas polémicas creo que estamos equivocados. Los árbitros necesitan ayuda, cierto, pero más de los jugadores y entrenadores que de la tecnología, una herramienta que más que arreglar, ralentiza y entorpece su trabajo. Seamos más comprensivos con los árbitros, que los jugadores le ayuden a hacer bien su trabajo y dejemos que el fútbol siga siendo un deporte donde el factor humano sea prioritario.