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Este fin de semana tuvimos en Galicia dos temporales: uno el que sacudió toda la comunidad, Kurt parece ser que se llamaba el "angelito", de viento y lluvia, y otro en las redes sociales, donde estuvimos en boca de todos y no siempre por lo "riquiños" que somos. Kurt hizo de las suyas y levantó las cubiertas de los estadios de Riazor y Balaídos, evidenciando las vergüenzas de dos campos que necesitan como el comer una remodelación y provocando que se tuviesen que suspender los encuentros ante el Betis y el Real Madrid, respectivamente.

En el caso de los verdiblancos la noticia se quedó casi en anécdota, con Víctor Sánchez del Amo ratificándola en la cuenta de una conocida red social: "Pues nada, no hay partido". El problema fue el sábado, cuando saltaba la noticia de que tampoco se podía jugar el duelo entre celestes y merengues debido al desprendimiento de las cubiertas del estadio, el riesgo de que esto persistiese y a la alerta naranja que se cernía sobre toda Galicia. Como setas aparecieron cientos de periodistas - expertos en meteorología bufanderos que se preguntaban pasmados por qué no se subía alguien a una grúa, con rachas de viento de más de 100 km por hora, y arreglaba esas minucias.

Como si aquí viviésemos aún en las cavernas, desde la capital restaban importancia a un temporal que se cebaba con la Torre de Hércules (rayo incluído) y, de forma totalmente desinteresada, nos daban consejos de qué hacer y cómo proceder. Por encima de la seguridad de los aficionados, de ellos mismos como periodistas y de los jugadores que iban a competir, parecía estar la disputa del partido. Sabiendo ya, porque lo saben, que el Madrid, va a estar en la final de la Champions, a estas personas ya no les salían las cuentas de las fechas para ubicar dicho choque, ante un rival que apenas unos días antes había dejado a los blancos en evidencia en la Copa del Rey.

Con la duda de si aún escocía la merecida eliminación del torneo, durante toda la tarde del sábado pudimos asistir con pasmo a un bochornoso espectáculo en el que se habló de conspiraciones judeo - masónicas de "Liga adulterada" de alineación de astros en contra de los "galácticos", de alcaldes malvados, de informes técnicos erróneos... Y solo al final, muy al final, muy, muy al final, terminó imperando el sentido común.