
Necesita lo primero para mantener encarrilado su pase a octavos de final, su objetivo primordial e ineludible, más aún después del batacazo de la anterior jornada en el Signal Iduna Park. Sería un hecho ya irrebatible con una victoria frente al equipo alemán y un empate en el otro duelo del grupo entre el Brujas y el Mónaco.
Lo segundo, un desafío enorme, incluso contra la lógica, vista la entidad de su rival, es indispensable para depender de sí mismo para el asalto a la cima del cuarteto, condicionado de forma indudable por el 4-0 encajado en Alemania. A tres puntos ahora del Borussia Dortmund, un triunfo por menos goles le deja aún a expensas de él.
Mientras el empate no variaría nada la situación actual ni tampoco el hecho de depender de sí mismo para avanzar de ronda, una derrota sí, porque sentenciaría de forma inmediata la primera posición a favor del club alemán y porque, dependiendo del desenlace del Mónaco-Brujas, reavivaría el debate por su clasificación.
Entre todas esas posibilidades se mueve el partido, una revancha desde todas las perspectivas para el Atlético, que jamás en la era Simeone había recibido una derrota tan abultada como la que soportó en Dortmund, devorado al contragolpe en el segundo tiempo por la eficacia de un rival aún sin derrotas en esta campaña.
Simeone acumula cinco bajas para el partido. Al edema muscular de Koke, a la lesión miofascial de Diego Costa y a las molestias de Diego Godín, que se perdieron ya el duelo en Leganés, añade la lesión muscular de Lemar y la contusión de Stefan Savic.
Esas ausencias reducen el número de efectivos del primer equipo a 15 jugadores -Javier Montero, Toni Moya, Joaquín y Borja Garcés, del filial, completan la lista de 19 convocados- .