
El Khimki ruso llega a Madrid con la doble amenaza de sus triples en general y de los de Alexey Shved en particular, además de un juego interior con pocos kilos y centímetros pero muy atlético, cualidades con las que fue capaz de ganar la temporada pasada en la pista del Real Madrid.
El moscovita es uno de los equipos menos clasificables de la Euroliga. Por un lado está Shved, máximo anotador de la competición y con derecho para tirarse cualquier balón y en cualquier circunstancia, y por otro el resto del equipo que admite este liderazgo y acompaña siendo el que más triples intenta en el torneo. De hecho, ha lanzado 50 triples más que tiros de dos (211-161) en las seis primeras jornadas.
Pero Shved es algo más, es un generador de juego que reparte 7 asistencias de media. Y los pívots bajos y rápidos del Khimki saltan mucho, con lo que su defensa no es fácil.
Shved es un genio del baloncesto y como tal absolutamente impredecible, como el Khimki. Hasta el momento el equipo ruso ha ganado sólo un partido, al Gran Canaria, pero han competido en todos.
La temporada pasada el Khimki ganó en Madrid (80-86), haciendo gala de ese juego anárquico de absoluta dependencia de Shved y a la vez completamente independiente de su carisma.
Así, la primera medida parece clara, potenciar el juego interior del Madrid y cargar el juego bajo los aros donde WalterTavares podría reinar con poca oposición (saca 14 centímetros al jugador más alto de los rusos). El Khimki también es el equipo que más balones recupera en la Euroliga. Su balance de 1-5 puede engañar, pero la victoria del año pasado en Madrid sirve de aviso. l