Objetivo soñar
La primera Copa de la temporada le supo bien al Deportivo, que sacó adelante la eliminatoria con solvencia y ya puede pensar en el siguiente desafío en la competición, que será en la misma instancia en la que el año pasado dijo adiós. Entonces el equipo había pasado exento la primera ronda como premio a haber sido campeón en la tercera categoría liguera y se dio un inopinado sopapo en Ourense. Esta vez, en Castro-Urdiales y ante un rival más modesto el equipo cumplió los objetivos: se ganó el partido, los futbolistas menos utilizados por Hidalgo disfrutaron de minutos de juego y hubo representación de dos fabrilistas, Pablo García y Fabian Urzain, a los que el entrenador retiró del campo apenas superada la hora de juego cuando la cosa se puso seria. Al menos entró Stoichkov para firmar unos minutos alentadores, aunque fuesen ante un rival cansado que acabó por descoserse. El futbolista cedido por el Granada marcó e hizo jugar a sus compañeros en la media hora de la que dispuso. Es lo que se espera de él.
La visita al Sámano, un equipo que esta temporada perdió en casa por ejemplo ante la Sarriana, tuvo cierta chicha durante algo más de una hora. El Deportivo marcó de inicio uno de esos goles que en este tipo de citas ayudan a relajar al personal, pero a partir de ahí mostró alguna grieta sobre todo en la defensa del balón parado, vía por la que el modesto rival cántabro encontró el empate y pudo llegar a una segunda paridad con un testarazo al larguero desviado tras palomita de Eric Puerto, que mostró un buen nivel. Cabeceó demasiados centros al área el Sámano y por ahí llegó un retrato blanquiazul que no es agradable de ver.
Todo sucedió en un ambiente festivo y copero, con público en la grada pero también en cualquier azotea natural o artificial desde la que se pudiese presenciar el partido. Con todo, la magia de la Copa no se percibe cuando juegas en Segunda División. Y es una pena. Para cualquier equipo de una categoría inferior estamos ante una competición que es un regalo, para cualquiera de los de Primera es legítimo considerarse capacitado para hacer camino en la liza y soñar con hacer historia. Porque huelga explicar, y más en A Coruña, que ganar la Copa es historia.
Pero cuando estás en Segunda, la Copa del Rey semeja un engorro. Así es este limbo de plata, que no acuna los sueños. Por eso este jueves noche a orillas del Cantábrico transitó sin épica y con el tibio sabor de haber evitado una hecatombe como la que sufrieron Castellón, Las Palmas, Valladolid o Córdoba. Porque tampoco se trataba de pegarse un nuevo sopapo cuando llevabas casi mes y medio sin ganar.
Ganó el Deportivo y eso es bueno para tranquilizar los ánimos que andan un poco exaltados después de sucesivas desdichas. Lo hizo tras salvar muchos muebles porque bastantes de sus piezas más exigidas vieron el partido como espectadores a 72 horas del duelo contra el atribulado Real Zaragoza. Y esa será otra historia que también esperemos que tenga un final feliz antes de que vuelva la Copa y a algunos de los que nos resistimos a que nos roben los sueños echemos la imaginación a volar. Que ya sé que este año no la vamos a ganar, pero no estaría mal que la volvamos a disfrutar.

