Regresar adonde fuiste feliz
Dentro del entorno de un club que vive inmerso en la nostalgia por su gran época dorada y la esperanza de volver a reverdecer (cada vez más) viejos laureles, parecería utópico pensar que puede existir morriña por lo que sucedió hace tan solo un mes. Pero es así.
El fútbol va tan rápido que todo es posible. Incluso ir contra la lógica del tiempo y convertir el último septiembre en un pasado que, a 24 de octubre, parece ya muy lejano.
Tan solo han hecho falta cuatro semanas consecutivas sin vencer, dos de ellas con derrotas seguidas, para que en el entorno deportivista crezca un sentimiento de orfandad. De morriña por ese Dépor que fue y que ya no es. Al menos eso es lo que hoy parece. Porque quizá a partir del domingo será diferente. Todo depende del resultado.
El último marcador como motor. Así es la volcánica realidad de este deporte, con la que deben convivir los profesionales tratando de no contagiarse y mantener el equilibrio por su propia salud mental y rendimiento.
Quizá los futbolistas puedan impermeabilizarse hasta cierto punto de esa radicalización entre el optimismo y el pesimismo. Pero no hay mala racha que no acabe penetrando en el sistema nervioso de un colectivo.
Si me pregunta sobre mi opinión, yo no detecto que ese factor de los resultados haya incidido en el (peor) juego del Deportivo. Al menos, todavía. Porque se puede dejar de ganar y perder algunas de tus virtudes por cuestiones ajenas a los resultados, aunque los marcadores acaben siendo el motivo definitivo para que el juego empeore.
Así, el Dépor se encuentra en la primera fase de este proceso. Sí, ha perdido alguna de las virtudes que le elevaron al liderato. Pero huele a un punto circunstancial, entre bajón puntual, lógico en cualquier conjunto, y una mala digestión de las bajas.
Sin embargo, bien haría el equipo en encontrar pronto el camino de vuelta la victoria si no quiere que esta patología aguda se convierta en crónica. Y para ello, en los momentos de dudas, no hay nada como volver a los básicos.
El trabajo sin balón no se entiende si no va relacionado con la fase de pelota. Y en ambos escenarios ha ofrecido carencias el Deportivo en los últimos partidos. Quizá haber alcanzado esta pantalla borrosa pueda ser achacable, en parte, al entrenador y a su staff. Pero no seré yo el que critique a un técnico por pretender hacer evolucionar a su equipo si por el sendero tropieza con algunas piedras.
Ahora, las dudas empiezan a revolotear. Y quizá sea el momento de dejar de innovar. Regresar a las bases para asentarlas de verdad como paso previo a volver a crecer. Más pausa con balón y cohesión colectiva defensiva. Regresar adonde fuiste feliz. Fácil decirlo, quizá no tanto hacerlo. Veremos si el Dépor puede encontrar el camino de vuelta para poder volver a coger la escalera hacia el cielo.
