El VAR, esa ‘máquina’ subjetiva
"Doy mucho valor a lo que hacen los árbitros de entrar muy poco en el VAR, pero si van a ver el gol de Zaka, ¿por qué no van a ver la mano?”. Las palabras de Antonio Hidalgo minutos después de que su equipo cayera con estrépito en Málaga eran, probablemente, una de las múltiples preguntas que se hacían muchos deportivistas al término del encuentro.
Sí, hubo otra vez polémica. Y aunque no convendría usar el foco de las decisiones arbitrales para evitar analizar una justa derrota, es humano volver a darle vueltas a este sistema que llegaba para volver el fútbol más justo, pero —oh, sorpresa— no lo ha conseguido.
No lo ha hecho porque por mucho que las posibilidades tecnológicas faciliten la labor de los árbitros a través de permitirle revisionados y ofrecerles el resultado de jugadas objetivas, la mayoría de las decisiones tienen un elevado componente de subjetividad.
No se trata solo de discernir delante de la pantalla en jugadas ‘grises’, en la que el criterio individual es fundamental para decidir sí o no. Eso se arreglaría llamando al árbitro de campo única y exclusivamente para corregir errores claros y manifiestos.
Pero claro, volvemos al mismo problema: ¿qué son errores claros y manifiestos? Pues por mucho que desde los colectivos arbitrales se afanen en desarrollar guías, calibrar qué es un error claro y qué no lo es también dependerá de lo subjetivo. Nunca hay dos jugadas iguales.
Por eso mismo, pensar que el VAR iba a traer a objetividad al fútbol era hacerse trampas al solitario. Y lo digo yo, firme defensor de la herramienta. El criterio subjetivo del árbitro de la Sala VOR —que además condicionó a su compañero de campo de manera intolerable— fue el que mandó al colegiado a revisar el gol del Dépor en La Rosaleda por un codazo casi tan inevitable como natural. Del mismo modo que fue su opinión propia la que le llevó a no llamarle a revisar un posible penalti del Málaga a la salida de un córner. No hay solución.
El VAR nunca va a traer la objetividad al fútbol, más allá de en jugadas relativas a líneas reales —fueras de campo y gol— o ficticias —fueras de juego—.
Sin embargo, hay un giro que sí podría acercar la objetividad: eliminar de la ecuación el criterio de una persona que está siguiendo el partido desde una sala con pantallas y permitir que sean los equipos los que soliciten la revisión. Como sucede en el baloncesto o en el tenis.
La medida ya funciona en Primera Federación. Y aunque está trayendo mucha polémica por la falta de medios, los parones y hasta la picaresca, a mí me parece una ‘evolución’. Porque con la logística ya existente en el fútbol profesional, podría funcionar. Al menos eliminaríamos un factor subjetivo más.
