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La Rosaleda, el estadio de la oración

Corría el mes de febrero de 1986, hace casi 40 años, y andaba enfrascado en la Ruta Ciclista del Sol, en Andalucía, que ganó Steven Rooks (rival entonces de nuestro Delgado), siendo segundo Peter Hilse, que ganó la última etapa, una crono con subida a la Alhambra, y tercero y primer español Iñaki Gastón. En ese momento me confirmaron que me libraban de Málaga y me dejaban venir a A Coruña al cabo de unos meses.

Los fines de semana iba a la Rosaleda, con mi amigo y compañero Paco Cañete. Me situaba en la cabina de Antena 3 y rezaba. Rezos dirigidos a que el Deportivo de La Coruña ascendiera a Primera División. Estaba en camino. En el Dépor jugaban Montes, Silvi, Richard, Gil, Verón, Traba, Vicente, Agulló o el gran capitán José Luis, a la ordenes de Aranguren.

Solo falté a la cabina de radio un partido. Toda la semana, la prensa malagueña se “pitorreó” del rival del domingo del Málaga. Era el Sestao. Discutían sobre cuántos goles encajarían en La Rosaleda los verinegros. Me sentó tan mal el desprecio que me compré una entrada y me fui a animar a los vascos de Irureta, con Aspiazu, Valverde, Primi (el “metalúrgico”), Mendilibar o Yosu. Ganamos 2-3. Marcaron Valverde, Bardasco y Primi. ¡Menudo fiestón!

Y yo rezaba. Por aquel entonces, al Deportivo como al resto le faltaban 12 jornadas. Perdió en Logroño, empató en Sabadell y Cartagena. El ascenso estaba en el bote. Pero… perdimos en Oviedo en un partido que levantó ampollas e historias para no dormir. Los demás partidos los ganamos. Y yo rezando.

No ascendimos. Quedamos sextos a un punto del ascenso que consiguieron Murcia, Sabadell y Mallorca. Mis rezos no sirvieron para nada.

Málaga era una ciudad “particular”. Por la calle Larios o por el Paseo del Parque tenías que llevar la mano en la cartera. Luego el Paseo Marítimo o el Pedregalejo era zonas maravillosas. Vivía en el barrio de El Palo. Luego, al final de la calle de la Victoria.

He vuelto a Málaga por trabajo o por motivos personales y ahora es una ciudad maravillosa. Con un centro urbano magnífico, desde la Alameda a la plaza de la Merced. Lugares fantásticos, plazas para disfrutar… es una gran ciudad. Antaño decían que era la “capital de Europa”. Tal vez ahora lo sea.

Yo, desde luego, que aparte de todo lo que tiene que ver con Picasso (incluido su museo), el Thyssen, Gibralfaro, o el Centro Pompidou, me gusta ir a pasear por la avenida Antonio Machado o tomar unas gambas, las mejores, en la calle Comisario, paralela a Larios, en Casa Vicente.

Hoy rezo, confío, espero y deseo que el Deportivo gane en esa magnífica ciudad.