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Xabier Rodríguez Campos, durante un partido
Fuera de juego

Xabier Rodríguez: "El sentimiento de culpa de haber perjudicado a un equipo, creo que a los árbitros es lo que más nos duele"

"Las mayores burradas machistas que escuché era cuando empezaba e iba de asistente con árbitras. Lo que se escuchaba no es ni publicable", afirma el colegiado

Tras diecisiete años arbitrando en la Tercera División gallega de fútbol, Xabier Rodríguez Campos (A Coruña, 1979) no tiene en mente dejar el arbitraje mientras su cuerpo se lo permita, a la vez que realiza rutas en bicicleta como su forma particular para hacer turismo. En un momento en el que el fútbol no deja de cambiar, Xabi continúa actualizando su libro '¿Arbi, qué pitas?' - en breve estará disponible la novena edición-, ante los constantes cambios en la normativa. A la vez, y después de la cantidad de momentos desagradables que tuvo que vivir en un terreno de juego, en el que incluso llegaron a agredirle, le anima ver cómo la figura del árbitro se respeta cada vez más con el paso de los años.

Diecisiete años arbitrando en Tercera División Gallega, pero por edad ya no puede arbitrar esa categoría. ¿En qué punto se encuentra su carrera como colegiado en este momento? 

En declive (risas), arbitro Preferente hasta que dejen. No, a ver, estoy en una situación casi excepcional, porque en Galicia no tenemos límites de edad, aunque realmente sí que solo puede haber una cuota de árbitros de determinada edad por categoría. En Tercera División el límite de edad son los 40 años y ahí volví a Preferente. Llevo seis años ahora en Preferente de nuevo, pero bueno, pasándolo bien y mientras den las piernas y el sentido del humor, pues arbitrando.

No tiene pensado dejarlo de momento.

No, no, no. Me lo paso muy bien arbitrando. Sea la categoría que sea, me lo paso muy bien.

Usted es periodista de formación. ¿Cuál de las dos pasiones se le despertó antes?

La de árbitro. Soy árbitro desde los catorce años, empecé el curso con trece. Fui árbitro antes que periodista. De periodista la verdad es que ejercí más bien poco.

¿Y esa pasión por el arbitraje de dónde surge?

Siempre me gustó mucho el fútbol. Me fijaba muchísimo en la figura del árbitro, en su carácter polémico, porque hace 30 años ya había polémicas arbitrales como las que hay ahora. Y bueno, que tampoco era excesivamente bueno jugando al fútbol, entonces me parecía que la forma de estar en el deporte que me gustaba, que era el fútbol, era ser árbitro.

¿En qué equipo jugó?

No jugué, porque en aquel entonces no era como ahora que hay 40.000 equipos en los que jugar. Antes tenías que tener un cierto nivel para que te hiciesen una ficha. Y además ahora es compatible para los chavales de la Federación Gallega, pero antes era incompatible tener ficha de jugador y ficha de árbitro, entonces una cosa me impedía hacer la otra.

Aparte del fútbol, ¿practicó, o practica actualmente algún deporte?

Ciclismo y correr. Mi otra pasión es el ciclismo. Hacer rutas largas, hacer turismo, perderme en las montañas con la bici… De hecho, es casi lo que me llama tanto como el arbitraje. Es mi forma de hacer turismo.

Y además también desarrolló la faceta de escritor porque hace nueve años lanzó el libro ‘¿Arbi, qué pitas?’, el cual ha tenido que reeditar debido a todo lo que cambió la normativa en el fútbol. ¿Cómo surge y cómo es el proceso de escribir un libro sobre esta labor?

La historia es que hace años, cuando yo empecé a arbitrar, había un reglamento que era como la guía para todos los árbitros. Hay que pensar que había muchos menos recursos que ahora. No podías tener en Internet información de jugadas, circulares y demás, entonces el reglamento era bastante escueto. Los árbitros nos preparamos por una cosa que se llamaba el reglamento de Escartín. Escartín fue un árbitro de los años 30 que acabó siendo incluso el seleccionador español en los años 60. Y desde los años 40 hasta que murió, que murió el hombre muy longevo, con noventa y tantos años, editaba un reglamento que se vendía en librerías, en El Corte Inglés... que tenía cierta difusión incluso entre los no árbitros. Murió Escartín y apenas hubo un reglamento comentado. Había el reglamento oficial con su texto que es un poco aburrido, un texto legal, difícil de entender, como todos los textos legales. Y entonces, bueno, sin ánimo de compararme dije: 'Hace falta algo que le explique a los árbitros, a los no árbitros, a los jugadores, a los entrenadores, algo que haga accesible el reglamento...'. No solo el texto, sino contando un poquito la historia de las reglas, referenciando las jugadas que todos tenemos en mente con las interpretaciones. Ese fue el espíritu, intentar hacer accesible y ameno el reglamento del fútbol. Tenía ya muchas cosas en la cabeza porque llevo dando los cursos de árbitros aquí en la Delegación de A Coruña desde hace 22 años. Y claro, la forma de explicar y de exponer esas cosas las tenía muy frescas de haberlas explicado muchas veces de forma oral. Y dije: '¿Por qué no plasmarlo por escrito?'.

Xabier, durante un partido
Xabier Rodríguez regaña a un futbolista durante un partido
Cedida

¿Y se planteó cuando lo escribió que todo iba a cambiar tanto?

Sabía que eso podía pasar. El reglamento de fútbol siempre solía ser muy estático. Desde que yo empecé en 1994 hasta que escribí el libro, muy pocas cosas cambiaron. Se cambiaba un párrafo, un matiz año a año. Y casualmente en los últimos ocho o nueve años, desde que escribí el libro, el fútbol ha cambiado muchísimo. De hecho, cuando yo escribo el primer libro no existe el VAR ni se le espera. Cambió por ejemplo el balón a tierra o el saque de centro, una cosa que parece del siglo pasado cuando lo ven los jóvenes. Porque a veces cuando les doy clase a los chavales de catorce años que quieren ser árbitros se me escapa: 'Es que ahora el saque de centro se puede hacer en cualquier dirección'. Y los chavales se quedan alucinando como diciendo: '¿Y por qué dice ahora?', pues porque hasta hace ocho o nueve años el saque de centro tenía que ser hacia adelante. Ahora el saque de meta no tiene que salir el balón del área. ¿Y por qué digo ahora?, pues porque hasta hace ocho años el saque de meta tenía que salir del área, no la podía tocar ningún jugador, estos saques en corto que ahora se hacen casi siempre sobre un paso de dos o tres metros en el área sin ningún tipo de problema, pues antes eso antes estaba prohibido. La verdad es que en los últimos ocho o nueve años, además de la revolución tecnológica obligada por el VAR, hay un montón de cambios en el juego. Porque año tras año parece que no son tantos, pero si comparamos estos nueve años sí. La obligación del libro es que cuando lo compra alguien, que no se encuentre una cosa desfasada. Lo bueno es que también tengo el 80-90% del trabajo hecho.

Además actualmente vemos en muchas zonas mixtas y ruedas de prensa como a veces ni los propios jugadores o entrenadores saben muy bien cuáles son las normas o cómo interpretar según qué jugada. Parece que no les queda muy claro.

Yo creo que los jugadores no tanto, que son normalmente los que nunca se preocupan mucho por la norma en general. El que sí que normalmente se preocupa por la norma y mucho es el entrenador. ¿Qué pasa? Que cuando llega a la rueda de prensa busca interpretar la norma a su favor, o para justificar su resultado. Entonces yo creo que retuercen la norma, a lo mejor sí que saben, pero para hacer ver que el árbitro les ha perjudicado. Yo creo que los entrenadores en general, hombre, las cosas más rebuscadas no las saben, tampoco están obligados a ello, pero las cosas básicas sí que las saben.

El VAR llegó como una herramienta para lograr un fútbol más justo, pero deja momentos polémicos prácticamente en todas las jornadas. ¿Usted está a favor del videoarbitraje o le gustaba más el fútbol de antes?

Aquí tendría que tener todos los puntos de vista. Yo como espectador del fútbol, el fútbol ha perdido espectáculo con el VAR. Es decir, que se tarde tres minutos en dar validez a un gol, que se pare el partido tantas veces por una revisión, que un jugador celebre un gol y después se le anule, pues como espectador yo creo que va en contra del espectáculo. Desde el punto de vista de la justicia arbitral, sí que ha aumentado la justicia en las decisiones. Puede haber polémicas, y siempre podemos comparar jugadas. Sigue habiendo errores, pero lo que está claro es que ahora ya no va a pasar que se valide un gol como el de Maradona en el 86. Ya no va a pasar una agresión a la espalda del árbitro como la de Luis Enrique en el 94, que le rompe la nariz allí contra Italia. Las grandes injusticias es indudable que el VAR las corrige.

Los fueras de juego, que el ojo humano no los puede captar, aunque aciertan muchísimo, realmente había errores en el fuera de juego. Pues ahora, justamente con está 'maquinita', la posición de fuera de juego está determinada con un acierto en el 99,99%. Entonces, claro, hay más justicia que antes. A lo mejor yo era un poco ingenuo pensando que se iba a acabar con las polémicas, y al contrario, sí que aumenta un poquito, porque antes cuando veíamos, por ejemplo, que el árbitro interpretaba que una mano no era penalti, nos quedaba la duda de si la había interpretado mal o la había visto mal. Ahora, como esa interpretación pasa por el filtro de una persona que está viendo dos, tres minutos para decidir, entonces ya no cabe la duda de que lo ha visto mal, ya solo cabe la duda de cómo lo ha interpretado.

Pero todas estas jugadas históricas nunca hubieran existido con el VAR, y a día de hoy después de tantos años siguen siendo historia del fútbol.

Sí, a ver, el error del árbitro es cultura del fútbol, pero realmente es una cosa que sí que se debe evitar. ¿Qué pasa? Que odiamos el VAR hasta que no existe. De hecho, cuando falla el VAR, como este año que falló en Vallecas, que se jugó una parte sin VAR y hubo un penalti un poco dudoso a favor del Barça... 45 minutos sin el vídeo y ya se le echaba de menos. O cuando el Dépor estaba en Primera Federación y decían: ‘Es increíble que en esta categoría que está el Dépor, que no haya VAR y mira qué injusticia, si hubiese habido VAR…’, pero claro, cuando tenemos esa ayuda nos quejamos de que era mejor que no existiese.

¿Usted cree que el VAR refuerza la figura del árbitro o llega a perjudicarle y a dejarle en ocasiones en evidencia?

Ahora la responsabilidad es compartida, porque sí que es cierto que la figura del árbitro de VAR cobra muchísima importancia en el sentido de que tiene que tomar una decisión, que es llamar o no llamar. Entonces, a partir de ahí, la figura del árbitro de VAR, es importantísima, porque si no llama ya no hay posibilidad de revisión, y si llama, sabe que posiblemente la decisión cambie el 95% de las veces. Antes las jugadas se dividían en dos decisiones: penalti o no penalti, ya estaba. Ahora es: penalti, penalti suficientemente claro como para que llame el VAR, no penalti, o no penalti suficientemente claro para que si el árbitro lo pita, el VAR lo avise de que no es. Entonces todo se complica un poquito más. Y después está claro que ahora es inevitable hacer comparativas entre jugadas, entonces, con los medios que hay ahora, cualquier aficionado tiene una base de datos mental o Internet para poner comparativas. ‘Y aquí con la mano en un ángulo de 30 grados se pitó penalti, aquí con la mano exactamente igual o casi igual en el ángulo de 30 grados no se pitó penalti, ¿por qué?’. Eso aumenta un poco la indignación.

Incluso ahora se publican los audios de las conversaciones de los árbitros.

Eso se hace por demanda del público, de equipos, para intentarlo hacer un poco más transparente y realmente yo creo que la gente lo que esperaba era otra cosa. Son conversaciones formales: ‘Te recomiendo que veas esto, porque pasa esto’. La gente no sé qué esperaba ver, qué esperaba escuchar ahí, porque yo creo que daba la sensación de que algunos se esperaban que dijese: ‘El penalti es contra el Dépor, pues venga, pítalo’. Y realmente las conversaciones son hasta aburridas, una vez vista una, casi vistas todas.

Y son conscientes de que se van a publicar.

Claro. Esa conversación de: ‘Es este equipo, vamos a pitarlo’, nunca ha existido, Pero además ahora saben que los escuchan y son incluso más formales.

Xabier, durante un partido
Xabier, antes de un partido en el viejo campo de O Xabrón, en Mera
Cedida

¿Cree que el denominado ‘fútbol moderno’ hace que se pierda la esencia del fútbol?

Sí, hay cosas que sí, el fútbol ha perdido esencia. Que un jugador no pueda celebrar un gol tranquilo, yo creo que pierde la esencia del fútbol un poco. Ciertas jugadas que el ojo humano asume como correctas, o decisiones en las que todo el mundo ha visto una cosa y que resulta que a ojos del VAR, con la cámara parada y demás, se dictamina otra cosa, pues sí que se pierde un poco la esencia. Se pierde para favorecer la justicia, o para disminuir el error.

A veces te va a perjudicar y a veces te va a beneficiar, eso está claro.

Lo que pasa es que el cerebro de los hinchas solo se acuerda de las decisiones que le perjudican. Entonces, claro, los españoles hubiésemos querido un VAR en el año 94, cuando le meten el codazo a Luis Enrique. Hubiésemos querido un VAR en el año 2002, cuando le anulan el gol contra Corea a España, el balón que no salió... Claro, todos hubiésemos querido VAR en esos momentos.

Usted cuando ve los partidos por la televisión, siendo árbitro y escuchando comentaristas que igual afirman cosas de la normativa sin ser ciertas y llevan a confusión, ¿qué piensa?

La verdad es que sobre todo te indigna, primero porque es un poco de falta de profesionalidad. Si te lanzas a comentar algo, pues coméntalo con criterio. Y después porque al final todas esas cosas quedan en la audiencia. Xavi cuando entrenaba el Barça hace tres años, dijo que no se le podía tocar al portero en el área de meta, en una rueda de prensa… es una barbaridad. Pero la gente escucha a Xavi y son cosas que se van, quedando como los mitos. Lo repiten periodistas, lo repiten a veces entrenadores y van calando entre la gente. Entonces tú vas al campo, pitas lo que tienes que pitar y la gente piensa que estás loco, porque realmente las personas de prestigio que escuchan, periodistas, entrenadores y demás, pues les han dado una versión contraria. Entonces sí que cuando meten la pata en temas reglamentarios la verdad es que hacen daño al chaval o al árbitro de Regional que va allí y aplica bien la norma.

Y en los campos de fútbol, ¿hay mucho entrenador y mucho árbitro en las gradas?

Contra la grada ya no se puede luchar mucho, pero sí que en el caso de los profesionales yo creo que debían ser más rigurosos.

¿Cree que falta conocimiento?

Sí, yo creo que falta un poco de conocimiento, tampoco es algo que les preocupe mucho saber y después que al final muchas veces también la desinformación vende. Y al entrenador a veces dar una versión equivocada pues le ayuda a justificarse. O al periodista. Hay periodistas muy serios que pueden cometer un error un día al comentar una cosa, pero hay periodistas que realmente lo que buscan es el periodismo de inventarse una norma para justificar que se le ha perjudicado a tal equipo. Yo creo que eso ya entraría dentro de los límites de qué es periodismo y lo que es un programa de entretenimiento.

Los árbitros suelen ser el foco de las críticas e incluso en ocasiones la gente paga lo que está haciendo mal su equipo con ustedes. ¿Cómo se gestiona eso a nivel mental para no llevárselo a casa?

Yo realmente para casa nunca me he llevado nada y especialmente los insultos. Nunca me ha preocupado que me hayan insultado en un campo de fútbol. Hombre, te fastidia, sobre todo cuando son niños, que los niños juegan a veces entre insultos. Ahora no tanto porque ya tenemos unos protocolos para frenar ese tema, pero te fastidia un poco. Pero yo las veces que me he ido preocupado para casa después de un partido ha sido por el sentimiento de culpa. Es decir, por un penalti que has pitado que a lo mejor no lo has hecho bien. O ya directamente cuando hay imágenes y las ves dices: ‘Menuda pifia que he metido’. Ese sentimiento de culpa de haber perjudicado a un equipo, yo creo que a los árbitros nos duele más. Porque si al final tienes la conciencia tranquila, es decir: ‘Me han culpado de la derrota, pero yo sé que lo he hecho bien, que he acertado hoy, que tuve un buen día’, pues eso no te preocupa tanto, no te duele tanto. Te duele cuando te echan la culpa de la derrota y hombre, 100% nunca tiene el culpa del árbitro de la derrota pero a veces un 20, un 30% puede ser que sí. Ese día sí que te duele más.

Y si se entera en un descanso, por ejemplo, de un error que ha cometido, ¿cómo hace para dejarlo a un lado en la segunda parte? Porque al final lo tiene que tener un poco presente ¿no?

No hace falta esperar al descanso, normalmente cuando llevas tiempo arbitrando a los cinco segundos de haber pitado algo, por la reacción de los jugadores, por cómo rebobinas la jugada en tu cabeza y demás, ya sabes más o menos si has acertado, si la cosa era muy dudosa o si te has equivocado. Entonces bueno, tienes que convivir con ello. Al final realmente lo que no puedes hacer es que un error te lleve a cometer otro error, y otro error y otro error, pero bueno, es difícil. Porque a lo mejor la jugada pasa en el minuto 30 y en el minuto 50, aunque tú te hayas olvidado de ella, seguro que hay alguien que te la recuerda, un jugador: ‘Mira, esta sí y el penalti de antes, no’. Y entonces es una jugada en la que te quedas totalmente rallado, porque no has visto nada, te reclaman una mano, pero es que tú ni te la imaginas, porque estabas tapado, porque has ido muy rápido o por lo que sea. Entonces te quedas los 60 minutos diciendo: ‘¿Habrá sido? ¿No habrá sido? Qué habrá pasado ahí que me lo he perdido’.

De hecho en muchas ocasiones la gente cree que cuando un arbitro es consciente de que se equivoca intenta solucionarlo pitando algo a favor del equipo perjudicado. ¿Esto tiene algo de real?

Los árbitros de élite siempre lo niegan cuando los entrevistan y la mayor parte de los árbitros de Regional también lo niegan. Yo sí que creo que existe la ley de la compensación, pero bueno, esto ponlo con cuidado ¿eh? (risas). Los árbitros somos personas y no significa que cuando tienes sensación de que te tragaste un penalti en el minuto 30, esperas a la siguiente caída en el área para pitarlo. No, ese no es el proceso mental. Pero sí que es cierto que tenemos un subconsciente y que posiblemente ese subconsciente nos lleve de alguna manera a condicionar nuestras decisiones, pero esto es inherente a cualquier persona. Por ejemplo, si me voy de esta entrevista pensando que he sido muy borde contigo, posiblemente la próxima vez que te vea mi subconsciente diga: ‘Voy a intentar ser agradable para compensar esa imagen de mí’. Yo creo que ese proceso mental sí que tiene que funcionar en el subconsciente. No creo que exista la ley de la compensación en la que el árbitro decididamente diga: ‘Voy a cometer un error para tapar el anterior’. Eso no, eso no existe de forma premeditada, pero subconsciente tenemos todas las personas, no somos robots.

¿Usted ha vivido alguna situación desagradable arbitrando por alguna decisión que tomó?

Sí, claro, me pegaron. Debía tener 21 o 22 años, un juvenil me metió un puñetazo. Después con 16 años en Carballo me persiguieron y me acabó sacando la Guardia Civil del campo, tuve que avisar de que me recogieran en el cuartel. Pero bueno, que conste que hemos hablado mucho de las partes desagradables de ser árbitro, pero la cosa ha mejorado. Yo creo que cada vez hay menos agresiones, que cada vez se respeta más la figura del árbitro. En el 90% de los partidos hay muy buena relación entre árbitro y jugadores y entrenadores, aunque pueda haber un momento de disputa y demás. Arbitrando se pasa bien.

Las barbaridades que se escuchan en los campos de fútbol cuando yo empezaba… ahora si alguien suelta una barbaridad semejante se para el partido, o el resto de la gente ya mira mal a esa persona o alguien le manda parar. Yo a veces les cuento a los chavales que ahora te llaman tonto o burro en un partido de fútbol base y te asustas y hasta puedes parar el partido y tal. Antes los machistas eso era... las mayores burradas machistas que escuché era cuando yo empezaba e iba de asistente con las dos o tres árbitras que había.

¿Notaba mucho la diferencia cuando eran mujeres?

Empezaba el partido y es que una árbitra ya era sospechosa de que no podía estar allí ejerciendo su labor. Lo que se escuchaba no será ni publicable, cosas del estilo de: ‘Saca as tarxetas de debaixo das bragas se é que as levas postas’ o ‘Te metiste a esto porque a puta no valías’… Eso era la normalidad y ojo, dicho por mujeres. Mujeres contra mujeres y ante el consentimiento y la simpatía generalizada de ese tipo de comentarios, estoy hablando de hace 30 años no hace 200.

Bueno, eso fue hace mucho, pero hace unos meses una árbitra de trece años denunció una situación de acoso por parte de la grada y del cuerpo técnico de un equipo arbitrando un partido de prebenjamines. ¿Qué mensaje lanzaría a la gente o a los padres que tienen esos comportamientos?

Los padres yo creo que muchas veces, sobre todo cuando sus hijos están empezando, van a partidos de chavales de doce, catorce años pensando que eso es una especie de final de la Champions. Yo entiendo que para el niño sí que tiene que ser una especie de final de la Champions, porque es su ilusión semanal. Que quiera ganar, que quiera competir, que quiera hacerlo bien, pero todo lo que le rodea muchas veces lo que hace es aumentarle la tensión. Ese griterío que hay a veces, ese niño que en vez de recibir una orden de su entrenador, recibe treinta órdenes de su entrenador, al mismo tiempo que recibe veinte órdenes de su padre. Eso es saturar al chaval de instrucciones. Muchas veces te da esa sensación de que en un partido de fútbol base todo se ciñe el resultado, cuando debería ser casi lo de menos. Al final son cuatro, es decir, no es una cosa generalizada. Sí que es cierto que cuando un árbitro que está empezando con doce, trece, catorce años, pues empieza el ambiente del griterío, empieza el ‘que no te enteras', el 'eres muy malo’, a ver quién grita más... Eso para un niño de catorce años es muy difícil de digerir. Lo que les diría a los padres es que piensen que el árbitro podría ser su hijo y si les parecería bien que les tuviesen metiendo esa presión encima.