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Liceo

El Liceo, como la Fórmula 1: ¿Duras, blandas o intermedias?

La alternancia de superficies entre parqué y terrazo obliga a cambiar constantemente de ruedas y abre debate: "Deberíamos tender a la estandarización y con unos mínimos de exigencia", pide Dava Torres

Dava Torres, capitán del Liceo, cambia una de las ruedas de su patín
Dava Torres, capitán del Liceo, cambia una de las ruedas de su patín
Javier Alborés

“Si tienes los rodamientos puestos, son veinte segundos”, explica Dava Torres, capitán del Liceo, mientras hace una demostración. Afloja el tornillo, quita una rueda, pone una nueva y aprieta. “Las cuatro, ocho entre los dos patines, ya son un par de minutos”, continúa. Como un pit stop de la Fórmula 1. Porque los jugadores verdiblancos también tienen que cambiar de neumáticos según la superficie de las pistas. La suya es de parqué. El resto son prácticamente todas de terrazo. Y no es lo mismo patinar sobre unas y otras, así que se ven obligados a repetir muy a menudo el proceso, eligiendo entre duras, blandas e intermedias. “Tendríamos que tender hacia la estandarización”, sugiere el coruñés, “si miramos a otros deportes, como el baloncesto o el balonmano, todos juegan en parqué; y si miramos dentro del nuestro a otros países, como Portugal e Italia, lo mismo... Por algo será”.

Torres explica las diferencias. “El parqué es el que tenemos en el Palacio. Es una pista que agarra más y la superficie es más uniforme, en todos lados funciona igual, las vallas son lisas, con lo cual cuando das un pase no tienes de repente una valla que está saliente y te vuelve la bola para atrás... Realmente son pistas donde se patina mejor y donde la bola rebota lo justo y siempre igual, sin importar la temperatura del día y sin importar si llueve o no”, enumera sobre las características del parqué que solo hay en el Palacio de los Deportes de Riazor (Liceo), el Palau Blaugrana (Barça), el Onze de Setembre (Lleida) y el Miguel Sarasa (Alcoi). Cuatro de catorce de los equipos que juegan en la OK Liga.

Las diez restantes son de terrazo y todas sus variantes dependiendo de la baldosa, desde La Bonaigua del Sant Just donde el conjunto coruñés empató la semana pasada (y donde no ha conseguido ganar en tres visitas) hasta el Palau d’Esports (Reus), el Ateneu Agrícola (Noia) y Les Comes (Igualada), que recibirá el domingo a los verdiblancos. “Para mí la clave es que el parqué siempre está igual y el terrazo es una incógnita”, argumenta el capitán liceísta. “Si hace frío, la bola se pone fría, se endurece y rebota más de lo que toca. Después está el tema de que si está bien, agarra un montón la pista, pero cuando está mal se resbala un montón... Para mí lo peor es eso, que depende de la temperatura del día, si está limpia... Hay un montón de factores que hacen que cambien las condiciones”, se queja.

El '8' verdiblanco reconoce que es uno de los más maniáticos de la plantilla y suele viajar con ruedas de tres tipos. El secador tampoco falta nunca el vestuario y no para arreglarse el pelo, sino para calentar las bolas. Trucos que han ido aprendiendo para contrarrestar estos efectos. “Yo deslizo más y eso hace que particularmente sufra bastante, entonces intento llevar los tres tipos de ruedas que tenemos. Las 94, que son las que son para las pistas que agarran más, ya no las suelo llevar. Sí las de 92 y 90 y con eso voy jugando según cómo esté la pista ese día. O bien juego con todas 92, que son como las intermedias. O cambio a 90. O incluso mezclo. Alguna vez, como en Noia un día que estaba la pista horrible, me llegué a poner 88”, desvela.

Exigencias mínimas

Para evitar estos cambios, además de otros peligros como las lesiones (“no es una casualidad que Bruno volviera lesionado de Sant Just y si miramos, muchos de los problemas musculares, que hemos tenido en los últimos años se dieron seguro después de jugar en pistas de terrazo”, advierte), Dava Torres lo tiene claro. “Creo que esto no es bueno para nuestro deporte y que tendríamos que intentar ir hacia estandarizar dónde jugamos y elegir las superficies por el bien del espectáculo”, pide. Y reflexiona: “No me imagino un jugador de baloncesto que depende de la pista donde juegue, el bote del balón le vaya a la altura de siempre o a la altura de la cabeza”.

Entiende también que no es fácil. “Simplemente digo”, continúa, “que quizás debería ser algo en lo que nos tendríamos que intentar parecer a otros deportes u otros países y con una serie de exigencias para en ‘x’ años poner los pabellones de parqué en la mayoría de los casos posibles y a partir de ahí, incluso intentar estandarizar hasta colores, vallas...”. Para Torres “no es casualidad” que en otros deportes como baloncesto, fútbol sala o balonmano se juegue en parqué. “Realmente creo que somos la excepción, no solamente comparándonos con otros deportes, sino dentro del nuestro, y yo simplemente hago reflexiones: o es que somos los diferentes porque somos los más listos o es que no”.

Realmente creo que hubo partidos en los que no deberíamos haber jugado por el estado de la pista"Dava Torres

El capitán pone como ejemplo lo ocurrido con el Palacio de los Deportes de Riazor y la ACB, que no cumplió las exigencias de la competición para que el Leyma pudiera jugar allí. “Tú puedes pensar que el Palacio tiene sus cosas positivas y negativas, pero que está fenomenal, que son demasiado exigentes... Pero es una Liga que quiere cuidar su producto. No creo que tengamos que compararnos con el baloncesto porque estamos a años luz, pero sí creo que toca escuchar e intentar parecerte a los que lo hacen un poquito mejor”, insiste.

“A mí también me parece muy guay la pista de Adormideras y no llevaría allí un partido de la OK Liga”, ironiza. Y después está el mantenimiento de las mismas, porque el Liceo ha llegado a jugar a algunas instalaciones en las que este era escaso o directamente nulo. “Realmente creo que hubo muchos partidos en los que no deberíamos haber jugado. El año pasado tuvimos un problemón en un sitio donde la pista estaba completamente llena de tierra”, se queja. Pero después es el más positivo justo antes de empezar el partido para contagiar a sus compañeros: “¿Chavales, cómo está la pista? ¡La mejor del mundo!”