Valladolid suena a heavy metal
El técnico uruguayo Guillermo Almada ha dotado al rival del Deportivo en esta jornada de una arrolladora personalidad basada en un ritmo sin pausa que a veces es demasiado desenfrenado

Volumen. Ritmo por encima de precisión. El Real Valladolid es el equipo del fútbol sin pausa. El uruguayo Guillermo Almada ha traído a Pucela el heavy metal. Y aunque a través de una irregularidad que no le ha permitido afianzarse entre los mejores todavía, no le va del todo mal.
El Deportivo recibe este domingo (21.00 horas) a otro conjunto que, como el Racing, abraza el ritmo alto de juego. El fin es el mismo que el del cuadro cántabro. El modo, no tanto. Porque mientras el conjunto racinguista brilla desde su preciso relacionismo ofensivo y sufre cuando el rival se queda con el balón, el Valladolid va a toda pastilla todo el rato. No hay un momento de tranquilidad para el cuadro blanquivioleta, capaz elevar la cadencia en ataque a través de un fútbol vertical y muchas veces directo, pero sin olvidar esa agresividad sin balón.
Nadie recupera más balones en último tercio que el equipo castellano. Y no es de extrañar, pues los pupilos de Almada no negocian una presión. Siempre hacia delante, ya sea en casa o a domicilio, tras pérdida o en fase defensiva.
Tendrá que lidiar con ello el Deportivo a base de la paciencia y precisión que enseñó en los primeros minutos de El Sardinero el pasado fin de semana, pero que fue perdiendo conforme el rival le comenzaba a estresar más cada vez que cogía la pelota.
En la virtud del rival está también su punto débil, pues el ímpetu del equipo pucelano ofrece, en ocasiones, posibilidades para salir por fuera con relativa solvencia. También para encontrar al hombre libre a espaldas de esa primera línea de presión que, por momentos, acaba estirando de más a un bloque que se puede llegar a alargar en exceso, aunque la falta es su constante recurso. Si hay opción de llegar al balón, nadie temporiza: o robo, o infracción. No es de extrañar que el Pucela sea el penúltimo equipo en cuanto a tiempo de juego en sus partidos. Compite a tal velocidad que casi todo es atropellado.
Mientras, si el colectivo vallisoletano logra viajar junto en ese press no negociable, la solución puede estar mirando lejos, a los metros que la retaguardia concede de distancia con su portero Guilherme. No son es súper dominante Pablo Tomeo en esos duelos corriendo hacia atrás -más lo es David Torres-, ni tampoco excelsos defensores los laterales. Por la derecha apunta a regresar al once el reconvertido Iván Alejo tras su partido de sanción, lo que dejaría al canterano deportivista Trilli de nuevo en el banco tras estrenarse como titular en el último partido. Por la izquierda, quizá siga en el once el también exblanquiazul Guille Bueno, igualmente con vocación ofensiva.
Así, el Valladolid se articula siempre en base a un 4-2-3-1 en el que el doble pivote ejerce más labores de equilibrio sin balón que de construcción. Lo demuestra el gigante Juric, indiscutible en la sala de máquinas pero incómodo cuando recibe sin estar posicionado de cara a la meta rival. Lo detectó el Sporting de Borja Jiménez la pasada semana y se abalanzó sobre él para acabar recuperando alto y provocando el penalti del 1-2 en Zorrilla.
Latasa es el faro
Sí tiene más fútbol ofensivo en sus botas Víctor Meseguer, aunque la intención del Pucela es obviar la conexión con sus mediocentros y contactar directamente con el ataque. En esa parcela, el faro es Juanmi Latasa. No en vano, el punta forjado en La Fábrica es el futbolista de toda la Segunda División que más duelos aéreos promedia por encuentro (10,87). Sus 192 centímetros le permiten ganar más del 57% de esas pelotas divididas por alto, un porcentaje elevadísimo para ser delantero y que demuestra su poderío.
Latasa por arriba, pero también por abajo. Y es que los envíos rasos al punta son otra de las variantes que tiene el Valladolid para progresar. El ariete va al apoyo y juega de cara para tratar de activar a la venenosa segunda línea del ataque blanquivioleta. Con Sergi Canós lesionado, el potente Chuki apunta a mantenerse en el once. Flanqueándole se ha ganado el puesto en la diestra Peter Federico, encargado en muchas ocasiones de atacar el espacio cuando Latasa va a la peinada. Más allá de esas acciones en velocidad, el extremo de origen dominicano domina el regate hacia dentro para perfilarse hacia su pie izquierdo.
Aunque si hablamos de dominio, ahí sobresale Stipe Biuk. El croata está siendo uno de los jugadores más regulares del colectivo del José Zorrilla. No solo aporta vértigo por fuera con su desborde y poderío físico, sino que también sabe cómo ubicarse para recibir en zonas interiores de más densidad. Es la pieza más clarividente de un martillo pilón que no extraña que sea el conjunto que más volumen de centros al área acumule y sea el segundo que más córners produce. Progresa por fuera a base de conducciones y unos contra unos -ningún colectivo promedia más regates- y busca constantemente el área, donde tiene como referencia a un Latasa que, sin embargo, se maneja mejor fuera de ella que dentro.
Por todo ello, tendrá que ser agresivo el Deportivo sin balón. No solo para tratar de anticiparse a las recepciones de un ‘9’ que condiciona y de unos mediapuntas que aceleran, sino porque desde esa capacidad para empujar hacia delante podrán permitir que el Pucela juegue más lejos del área de Parreño. Es mal negocio para un equipo que no se protege bien cuando debe jugar resguardado tener que defender a un enemigo que disfruta del centro-remate.
Y es que el Pucela es vértigo. Es ritmo. Es heavy metal. Si el conjunto herculino logra bajar ese compás, tendrá mucho ganado. Porque en ese afán por correr, también hay traspiés que desafinan y convierten el concierto en ruido.

