El Dépor recupera la amenaza a la carrera
Con el tanto de Mella en Zaragoza, se afianza como el equipo que más goles ha materializado tras recuperación

El Deportivo vuelve a sacarle el filo a su cuchillo. El cuadro herculino había destacado al inicio de curso por su capacidad para dañar al espacio. La escuadra blanquiazul amenazaba la carrera a sus rivales, sobre todo una vez se ponía por delante en el marcador. Pero algo había cambiado desde entonces. El Dépor empezó a perder colmillo para robar y también colmillo para atacar.
Los números no engañan: en las primeras seis jornadas de liga, los pupilos de Antonio Hidalgo transformaron ocho de sus 15 tantos en jugadas de transición ofensiva. Fuese más alto o más bajo, el conjunto de Antonio Hidalgo robaba y golpeaba.
El 0-2 y el 1-3 en Granada, el 2-1 en Leganés, los cuatro primeros goles contra el Mirandés y el último tanto frente al Huesca. Todos tantos gestados a partir de la presión tras pérdida o la recuperación en campo propio y el posterior ataque rápido. El Deportivo tenía momentos de brillo con balón, pero también era capaz de morder sin pelota para volver a disponer de la posesión sin que el rival pudiese progresar. Fue ahí cuando el Dépor tuvo al mejor mediapunta posible en su presión. O, como variante, lograba expandirse desde una situación de bloque bajo.
Era lógico, pues el conjunto deportivista dispone de jugadores con una fabulosa capacidad asociativa en tres cuartos de campo. Y es precisamente esa habilidad la que, unida a las piernas, le permite ser también un equipo con posibilidades de correr. Precisión para construir a toda velocidad, condición física para atacar los espacios a toda velocidad. Yeremay Hernández, David Mella, Mario Soriano, Luismi Cruz, Samuele Mulattieri o Zakaria Eddahchouri no engañan.
De este modo, con esos ocho tantos, el Deportivo sobresalía en cuanto a su productividad al contragolpe. Nadie era capaz de generar tantas ventajas a partir de las acciones de transición ofensiva… y nadie ha logrado alcanzar todavía dichos registros. Porque seis jornadas después, el Leganés y el Cádiz son los que más se acercan al cuadro deportivista, con siete dianas fabricadas a la contra, por las seis de Cádiz y Racing de Santander y las cinco del Andorra.
En este tiempo, estos conjuntos han logrado recortar diferencias con un conjunto al que se le había apagado el fuego para desplegarse. En parte por su pérdida de finura y diente con balón, en parte por sus mayores dificultades para ser incómodo en fase sin balón y en transición defensiva. Si no construyes bien, te haces largo. Y si te haces largo, te vuelves cómodo para el enemigo.
Hasta que en Zaragoza, el Deportivo volvió a recuperar sensaciones en esas situaciones de no disposición de la posesión y así, encontró de nuevo la fórmula para asustar al rival en varias situaciones y, sobre todo, para golpear gracias a la capacidad de Yeremay Hernández, autor de una nueva obra de arte culminada por David Mella.
El 0-2 quedará para la posteridad, pero cabe recordar que la falta del 0-1 también surgió de una buena presión alta y persecución de Loureiro que acabó con recuperación de Villares, jugada inacabada y falta sobre Quagliata. Soriano la facturó.
El ‘descolgado’ Yeremay
“Es un equipo muy bien trabajado. A veces te da tiempo para tener el balón, pero con la pólvora que tienen arriba se quedan descolgados y tienes que tener cuidado en esa vigilancia porque las pérdidas te castigan mucho”, manifestaba tras el Dépor-Huesca el técnico Sergi Guilló tras ver cómo su equipo caía derrotado y goleado en Riazor. Quizá cuando pronunciaba esa frase su cabeza centraba el estado de alerta en Yeremay, a quien Antonio Hidalgo otorgó ese papel de ‘descolgado’ en las primeras jornadas.
A partir de su estructura defensiva en 5-3-2, el técnico catalán buscaba ser compacto sin balón, protegiéndose sobre todo en última línea y, a la vez, disponer de referencias para mirar hacia delante una vez el equipo recuperaba el balón. Se trataba no solo de progresar, sino de encontrar lo más fácil posible a un futbolista para sacar el balón de una zona comprometida y evitar la contrapresión enemiga.
Precisamente, esa era una de las razones de la ubicación de Yeremay Hernández más cercano al carril central. Porque sí, por dentro hay más densidad si el rival se cierra. Pero no solo la incidencia de cada acción es mayor y el gol está más cerca, es que con el canario ahí, el Deportivo le minimizaba su trabajo defensivo y le disponía como elemento conector sobre el que ejecutar su contraataque. Dásela a Yeremay, que no solo asegurará la posesión para progresar, sino que probablemente te generará una ventaja gracias a su fabulosa capacidad para eliminar rivales sin ni siquiera tener el balón controlado. El joven zaragocista Ale Gomes todavía puede dar fe de ello.
Sin embargo, poco a poco, un cóctel combinado de ausencias, empobrecimiento de resultados, posesiones con menos calidad, fases defensivas menos solventes y rivales que encontraron la forma de atacar al Deportivo llevó al equipo blanquiazul al terreno de las dudas. Con todos estos ingredientes, contragolpear era más complicado. Y el equipo no solo empezó a mostrar más dificultades en los momentos de ataque posicional, sino que perdió también esa fluidez en la transición hacia la meta rival.
Para volver a poder correr era necesario empezar a caminar de nuevo. E Hidalgo apostó en el Ibercaja Estadio por asentarse en lo defensivo no solo para estar más cerca del cero en su portería, sino como método para encontrar su vía de mayor producción ofensiva hasta ahora: el contraataque. Nadie tiene más posibilidades que un Dépor que, en cierta manera, volvió a recuperar parte de su amenaza a la carrera.


