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Dépor

Quagliata, nuevo lanzador de un balón parado que todavía sigue en fase de ajuste

El lateral italiano asumió esta responsabilidad sin Escudero ni Luismi Cruz, pero el Dépor continúa sin rentabilizar en Liga las acciones de estrategia de centro y remate

Giacomo Quagliata pone un centro ante el Zaragoza en el Ibercaja Estadio
Giacomo Quagliata pone un centro ante el Zaragoza en el Ibercaja Estadio
Fernando Fernández

El Deportivo sigue sin encontrar el premio que busca en las acciones a balón parado. No es una cuestión de ausencia de ocasiones, sino de precisión en los detalles que separan el peligro del gol. En el Ibercaja Estadio, ante el Zaragoza (0-2), volvió a quedar claro que el equipo de Antonio Hidalgo genera un constante volumen ofensivo a partir de córners y faltas laterales, pero le cuesta transformar ese caudal en remates limpios o decisivos. Con Sergio Escudero lesionado y Luismi Cruz en el banquillo, fue Giacomo Quagliata quien asumió la responsabilidad de ejecutar los envíos. El lateral italiano se convirtió en el tercer lanzador de la temporada en las acciones a balón parado, aunque no logró que el Dépor sacara el rendimiento deseado a una de sus armas más utilizadas en Zaragoza.

En la primera mitad del partido ante el colista de Segunda, el conjunto coruñés dispuso de cinco saques de esquina y alrededor de media docena de faltas laterales. Ninguna acabó en remate franco, ya que el balón encontró en muchas ocasiones la cabeza de un jugador local. Quagliata alternó centros bajos, despejados por el primer defensor, con envíos demasiado largos. Aun así, de esas jugadas nacieron algunas de las mejores ocasiones blanquiazules, pero no de remates directos: un disparo de Soriano tras un toque defectuoso de Noubi, una volea de Loureiro después de un despeje zaragocista y un reinicio de la jugada por parte del Dépor, un remate del propio Noubi que fue bloqueado tras una falta lateral prolongada sin quererlo por un defensor.... Situaciones que, una vez más, demostraron que el Dépor está vivo en esas acciones y consigue finalizar un buen número de ellas, aunque sin traducirlas en peligro real.

Ya en la segunda parte, el equipo volvió a insistir desde el balón parado, aunque con un volumen menor. Tres córners más, sin remate. Paradójicamente, el gol que abrió el marcador también llegó en una jugada de estrategia, pero de otra naturaleza. Fue una falta frontal en la que Yeremay tocó ligeramente el balón para salvar la barrera y Mario Soriano conectó un disparo directo a la escuadra. No fue una jugada a balón parado de centro y remate, que son el tipo de acciones que al Dépor le está costando convertir en gol.

Durante buena parte del encuentro, sobre todo antes del tanto de Soriano, el Dépor encontró pocas soluciones por dentro. Las conducciones de Yeremay y Mella por los costados forzaron faltas y saques de esquina, pero el equipo blanquiazul no consiguió sacarles el partido deseado. Quagliata, que asumió el papel de lanzador, no consiguió ajustar la precisión en los envíos, a pesar de que sus centros con el balón en juego sí que suelen llevar peligro. A la espera del regreso de Escudero, de la posible vuelta al once de Luismi Cruz o de la participación de José Ángel —otro zurdo con buen golpeo—, el italiano fue la tercera alternativa de la temporada como ‘sacador’ del balón parado.

Remates sin veneno

No obstante, la falta de eficacia no puede explicarse solo desde la ejecución. Hidalgo insistió hace poco en que su equipo es el que más acciones finaliza a balón parado de toda la categoría. “Hay un dato curioso porque somos el equipo de la Liga que más remata a balón parado, significa que el trabajo está, tenemos que sacarle más rendimiento”, comentó el técnico antes del partido ante el Valladolid en Riazor.

No le falta razón. El Dépor consigue contactar con el balón con frecuencia en estas jugadas, pero la mayoría de los toques son defectuosos o forzados. A veces, porque la posición de remate no es la ideal; otras, porque la trayectoria del envío obliga a saltos en desventaja. El resultado es un alto volumen de remates, aproximadamente uno de cada tres córners o faltas laterales, pero sin el veneno necesario.

Contraste con el Huesca de Hidalgo

El contraste con el Huesca de la temporada pasada, también dirigido por Hidalgo, es inevitable. Aquella versión del técnico catalán construyó parte de su fiabilidad en la pizarra. Los oscenses fueron uno de los equipos más efectivos de Segunda a balón parado, con nueve tantos nacidos en este tipo de acciones. En A Coruña todavía no se ha podido ver la recompensa al trabajo, a pesar de las talentosas zurdas de sus lanzadores y del buen volumen de finalización de sus rematadores.

No obstante, hay ejemplos aislados que apuntan a una mejora progresiva. En la Copa del Rey ante el Sámano, un centro preciso de Luismi Cruz en una falta lateral permitió a Dani Barcia marcar de cabeza. El central también había sido protagonista del único gol liguero del equipo en una acción similar, frente al Sporting en Riazor, aunque aquella vez la jugada llegó tras un rechace de un rival que Barcia resolvió con una volea tremenda a la escuadra. Son los únicos momentos en los que este tipo de acciones a balón parado, más orientadas al centro y remate, se han convertido en algo tangible en el marcador.

El resto del tiempo, el Dépor se mueve entre una leve sensación de peligro y la falta de concreción. El equipo coruñés ha logrado que el balón parado sea una vía constante de llegada, pero aún no una fuente constante de goles.

En ese proceso, Quagliata representa una pieza más dentro de esa búsqueda coral de la productividad. Su pie izquierdo ofrece una alternativa para un Dépor que quiere aumentar el tipo de amenazas a las ya conocidas, como se pudo ver en el Ibercaja Estadio con las genialidades de Soriano, Yeremay y Mella. La tarea inmediata pasa por afinar la ejecución y encontrar en cada balón parado una ocasión real y no solo una aproximación. En Zaragoza hubo señales de que el equipo se acerca a ese objetivo. Lo siguiente será transformar esas señales en cifras.