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Dépor

LA LUPA | Zaragoza 0-2 Deportivo: El plan de mínimos que dio tiempo al talento

Hidalgo priorizó la seguridad defensiva en el Ibercaja como método para ganar confianza y que la calidad desequilibrase

Xurxo Gómez
03/11/2025 20:30
Lucas Noubi, trata de interceptar
Lucas Noubi, trata de interceptar un pase de Pomares
Fernando Fernández

No fue, ni de lejos, un partido brillante. Pero fue el partido que el actual Deportivo debía hacer para sacarse de encima su parálisis por desconfianza. Y más ante un Real Zaragoza que llegaba todavía con mayores problemas, incertidumbres y necesidades que las del conjunto herculino. 

Quizá sonaría exagerado pensar que la mala dinámica de cinco encuentros sin ganar se hubiese llevado por delante gran parte de las bases identitarias del Dépor de Antonio Hidalgo. Pero era así.

La escuadra coruñesa venía de hacer su peor partido del curso ante el Valladolid, tras dejar más dudas que certezas en las dos derrotas anteriores en Málaga y Santander y con sensaciones contrapuestas de los duelos frente a Eibar y Almería. El declive era evidente: los resultados ya habían contagiado al juego. Y por ello, el técnico catalán planteó un encuentro de mínimos. Solidez para no regalar ante un colista con poco a lo que agarrarse y, así, ganar tiempo para que el talento floreciese. Y le salió redondo, a la vista del desarrollo del partido y del Zaragoza 0-2 Deportivo que imperó en el marcador.

Más protección

El plan ofensivo del Deportivo en el Ibercaja Estadio estuvo condicionado por la premisa de no exponerse. Y si el presupuesto con pelota era ese, el marco teórico sin balón no podía ser diferente.

Bajo esta premisa, Hidalgo apostó por retocar el once del pasado domingo con dos modificaciones. Por un lado, Barcia se quedaba fuera del once en beneficio de Comas, lo que provocaba que Loureiro tuviese que desplazarse hasta el perfil izquierdo de la zaga de tres. Más dificultades para el cercedense con balón a cambio de regresar a un rol que le permitía ser menos posicional y más agresivo hacia delante.

Por otro lado, Stoichkov se quedaba en el banquillo para dejar sitio a José Gragera. El movimiento dotaba a Villares de un socio más natural, clave para cohesionar las líneas.

Y es que esa cohesión colectiva fue el santo y seña del Dépor en el partido. Bajo ninguna circunstancia podía el Deportivo convertirse en un equipo largo, como lo fue en Málaga y por muchos momentos también contra el Valladolid.

Para ello, el conjunto deportivista planteó en su fase defensiva una estructura que partía del 5-3-2, con Mella como carrilero encargado del extremo zurdo Valery y Quagliata ‘saltando’ al lateral diestro Aguirregabiria. Al contrario que suele ser habitual, la presencia de Loureiro y de Villares en el perfil izquierdo permitían que fuese el carrilero zurdo y no el diestro el que se soltase hacia delante.

La Lupa | Zaragoza-Deportivo
El Deportivo, en 4-1-3-2, se sitúa en un bloque alto pero con la pauta de no acosar, sino de orientar la circulación hacia fuera para, entonces sí, realizar un press agresivo

Así, en muchos reinicios del rival, el Deportivo pasó de ese 5-3-2 a un 4-1-3-2 en el que Soriano y Quagliata acompañaban a Villares por delante de Gragera y custodiaban a Yeremay y Zaka, encargados de condicionar los primeros pases del rival más que de buscar robar.

Buenos ajustes

De esta manera, desde una predisposición muy zonal para evitar desestructurarse, el Deportivo pretendía que el Zaragoza no jugase cómodo desde atrás. La pauta era evitar los pases por dentro y, una vez fuera, acosar al rival para que se equivocase o jugase largo sin opción de ganar el balón.

Para ello, fue clave la ocupación espacial y la interpretación de trayectorias de presión y líneas de pase. Porque el Dépor siempre iba a ese bloque alto, pero en inferioridad numérica y no a pares, al contrario que en otros encuentros. Sin embargo, eso no se tradujo en que el Zaragoza fuese capaz de encontrar al hombre libre. La salida de portero, cuatro defensas más dos pivotes que Sellés diseñó no era capaz de fabricar grietas en el Deportivo.

La Lupa | Zaragoza-Deportivo
El Dépor orienta la salida hacia el exterior. Con Mella emparejado con Valery, Noubi es el encargado de 'saltar' a Guti, lo que hace que Quagliata regrese a la defensa. Villares y Gragera, cerca.

Si un mediocentro deportivista se quedaba cerca de la defensa, Zaka se encargaba del pivote. Si Yeremay, responsabilizado de Insua, no lograba tapar también el pase al lateral Aguirregabiria, Quagliata —situado en intermedias para no alejarse demasiado de la línea defensiva propia— llegaba para incomodarle. Si el balón iba Guti, situado entre líneas, ahí estaba uno de los dos mediocentros o uno de los tres centrales.

Los ajustes y relevos de las marcas eran óptimos. La activación, también. Y así, el Zaragoza era incapaz de generar en ataque posicional, más allá del mano a mano de Toni Moya, derivado de un ‘salto’ de Noubi en el que ni a Gragera, ni a Mella, ni a Comas se les encendió la luz de alarma por el espacio generado en la última línea que sí atacó el rival.

La Lupa | Zaragoza-Deportivo
La única fisura del Dépor: Noubi 'salta' y nadie se responsabiliza de su espalda. Gragera detecta tarde el desmarque de Moya, mientras Mella sigue con su par en vez de cerrar el intervalo

Pasivo, que no contemplativo

Así, cuando tocaba ir un poco más arriba, el Deportivo era un equipo que sabía incomodar y, sobre todo, que vivía junto. De esta forma llegó la recuperación que propició la falta del 0-1, con el bloque yendo hacia delante y Loureiro persiguiendo el descenso de Pau Sans a una zona en la que estaban los dos mediocentros.

Mientras, cuando tocaba meterse un poco más atrás, el equipo tampoco se descosía. En los momentos en los que el Zaragoza se instaló en campo rival, el Dépor logró manejar una óptima distancia entre líneas. El poseedor podía pensar, pero si metía un pase interior, ahí llegaban los mediocentros para negar esa recepción cómoda a su espalda o los centrales para anticipar. Se trataba de no perder el orden. Ser pasivo, pero no contemplativo, como sí sucedió en la primera parte ante el Valladolid, en la que el equipo confundió ambos adjetivos.

La Lupa | Zaragoza-Deportivo
El Dépor es pasivo en campo propio. Permite tiempo y espacio al poseedor, pero junta sus líneas. Villares no logra interceptar el pase, pero las distancias son cortas y Comas llega para anticipar

Es cierto que sobre todo tras el 0-1 el Deportivo se hundió, por momentos, sobre su área quizá en exceso. Pero en esas situaciones, el equipo supo proteger las inmediaciones de Parreño. Aunque, a cambio, dejase demasiado vacía la frontal. Por fortuna, enfrente estaba un romo Zaragoza, que venía de sufrir grandes dificultades para generar ante un Sporting con diez. El Dépor se metió relativamente atrás con la exigua ventaja tras el gol de Soriano, pero pudo subsistir y no pagarlo caro.

El descolgado

No sufrió el Deportivo defendiendo abajo y precisamente esa circunstancia fue la que le permitió desplegarse luego con más metros por delante. Clave para ello fue la posición de Yeremay Hernández.

El canario firmó su mejor partido del curso. Con balón, el ‘10’ fue un mediapunta con libertad para caer al sector izquierdo. Sin pelota, Yere ejerció como segundo punta. Y con la entrada de Stoichkov por Zaka, como hombre más avanzado.

La Lupa | Zaragoza-Deportivo
Situarse en bloque bajo permite al equipo tener metros por delante. Con Yeremay descolgado, es más fácil. Gragera, antes de recuperar el balón suelto, ya mira hacia 'Yere', que se ofrece. Será el 0-2

Alejándolo de nuevo de la banda, Hidalgo pretendía que las dificultades del canario en fase defensiva no penalizasen al colectivo y, además, disponer de él como descolgado. Así, cada vez que el Deportivo recuperaba, podía sacar la pelota de esa zona de potencial presión tras pérdida del rival con un pase ‘fácil’ hacia delante y que conectaba con su futbolista más capacitado para conducir los contragolpes. Lo demostró en la impresionante acción del 0-2, desarrollado por el carril central. Donde más incidencia y daño puede terminar teniendo.

Construir por fuera

Así, con una recuperación alta que finalizó en un balón parado directo y un contragolpe, el Deportivo solventó un choque que, en la primera parte, se le atascó en ataque.

Esa prioridad del equipo deportivista por no exponerse le condujo a un juego muy poco fluido y sin apenas secuencias de combinaciones por dentro. El conjunto de Hidalgo siempre iniciaba su construcción desde atrás con tres. O bien Noubi acompañaba a Comas y Loureiro, o bien Gragera se incrustaba entre centrales y el belga ascendía una altura en el carril derecho.

Con esa superioridad numérica ante los dos puntas del Zaragoza, el Deportivo tenía bien fácil encontrar al central exterior, que era el encargado de progresar. Ahí se solía abrir una línea de pase, habilitada por Mario Soriano o Yeremay —cada uno jugaba en un sector de la mediapunta y caía hacia una banda—, y otra a través de Quagliata y Mella, que se situaban más altos.

Por la derecha el atasco fue evidente. Tuvo que ser el lado izquierdo el que llevase el peso del juego, beneficiado también por la presencia de Villares, que compensaba los posicionamientos de Yere y Quagliata con movimientos de aclarado.

La Lupa | Zaragoza-Deportivo
El Deportivo se atascó en ataque en la primera mitad y solo encontró algo de luz por la izquierda, con Loureiro, Yeremay, Quagliata y Villares. A espaldas aparecía desde el lado opuesto Mario. 

De esta manera, la intención del Deportivo era no perder balones en el carril central y, a la vez, mover al Zaragoza hacia un costado para, entonces, sí encontrar el pase dentro y percutir o girar el juego al carril opuesto. Eso condujo a que las recepciones de Yeremay muy abierto y alejado de la línea de cuatro centrocampistas locales, fuesen constantes.

Con Quagliata fijando a Aguirregabiria, el ‘10’ podía recibir y decidir. Acelerar conduciendo, pausar o conectar dentro con Mario Soriano, al que precisamente su origen partiendo desde el otro perfil le permitía aparecer desde el lado débil.

De las combinaciones entre los dos pequeños surgieron las mejores llegadas de un Deportivo que, en el primer tiempo, se quedó bastante corto en ataque. Había que intentar hincar el diente, pero no a costa de precipitarse o desordenarse. 

De hecho, esa mentalidad le llevó a perder el balón 'bien', con el equipo preparado para presionar tras pérdida y evitar que le corriesen. El Zaragoza apenas amenazó en transición y eso fue gracias a la notable densidad y correcta activación del cuadro deportivista una vez dejaba de disponer del balón.

La Lupa | Zaragoza-Deportivo
Una pérdida por un pase al carril central no supone demasiado peligro. El Dépor no fluye, pero está preparado para transicionar por número, distancias y activación. La contra de Soberón no progresa

De esta manera, el Deportivo recuperó un 'básico' a través de la red de seguridad de la que disponía una vez perdía la pelota. A cambio sacrificó fluidez. Pero, de todos modos, quizá esta cualidad no le hubiese acompañado si la intención hubiese sido ser más incisivo.

Tampoco le ayudó a ser más productivo con balón la escasa incidencia de Zaka para ganar alguna situación de juego directo ni tampoco su pobre amenaza en un área que el Deportivo buscó cada vez que pudo profundizar por los costados con centros laterales, aunque con pocos hombres y menos acierto.

Dio igual. Porque ante un limitadísimo rival, su plan defensivo le permitió ganar tiempo para el talento diese el fruto preciso para salir del lodo.