Luismi, donde haga falta
El atacante andaluz actuó en tres posiciones distintas ante el Málaga, una clara muestra de su crecimiento en versatilidad y polivalencia en el Dépor de Hidalgo

Antonio Hidalgo ya ha acostumbrado al deportivismo —y sobre todo a su plantilla— a los constantes intercambios de posiciones entre sus jugadores, tanto de un partido a otro como dentro del propio encuentro. En ese contexto, pocos ejemplos resultan tan evidentes como el de Luismi Cruz. El atacante gaditano, llegado este verano procedente del Tenerife, desembarcó en A Coruña con la etiqueta de extremo de banda derecha, zurdo de conducción dañina y de golpeo preciso. Tres meses después, se ha convertido en una especie de futbolista total, un recurso permanente para Hidalgo capaz de adaptarse a casi cualquier zona del frente ofensivo e incluso de parcelas más retrasadas. Su evolución es tan rápida que, probablemente, ya ha ocupado más demarcaciones en el Dépor que en toda su carrera como futbolista profesional.
El pasado fin de semana en La Rosaleda fue una muestra perfecta de esa metamorfosis. A pesar de haber pasado una mala noche debido a un virus, el técnico de Granollers volvió a confiar en él desde el inicio. Lo situó de entrada en la banda derecha, con una función de carrilero que combinaba labores ofensivas con ayudas defensivas a Miguel Loureiro. Sin embargo, el mal arranque de los coruñeses llevó al entrenador a intervenir pasados los primeros quince minutos. Los ajustes tácticos provocaron el desplazamiento de Luismi al costado opuesto, donde pasó a actuar como extremo zurdo a pie natural, más adelantado.
Ahí se estabilizó durante buena parte del encuentro, aunque sin demasiada incidencia en la circulación del balón. Pero todavía le quedaba un cambio más. Antes de ser sustituido por Samuele Mulattieri en el minuto 67, Luismi se movió hacia posiciones interiores, casi como mediapunta, acompañado por Yeremay a la izquierda y Stoichkov a la derecha, aunque este último no se mantuvo pegado a la línea de cal. En algo más de una hora, el futbolista de El Puerto de Santa María había pasado por tres zonas distintas del campo, un reflejo exacto de la elasticidad que exige Hidalgo a sus futbolistas y, en particular, al ex del Tenerife.
El mapa de calor que dejó el encuentro ante el Málaga (3-0) es revelador. Tres franjas verticales, bien definidas, recorren el dibujo: una junto a la banda derecha, otra en la izquierda y una tercera en la franja central, ligeramente inclinada hacia el perfil zurdo. El resultado es la imagen de un jugador capaz de ocupar los tres carriles —derecho, central e izquierdo— dentro del mismo partido, una rareza incluso en equipos acostumbrados a la movilidad posicional.

Y no se trata de una excepción. Basta repasar cualquier encuentro de lo que va de temporada para comprobar que Luismi ha pisado casi siempre varias zonas del campo. No es una consecuencia espontánea de su dinamismo, sino de la planificación de Hidalgo, que lo ha convertido en una pieza maleable para adaptarse a los distintos contextos de cada duelo. Hasta ahora, el técnico lo ha utilizado en cinco posiciones diferentes: carrilero y extremo por ambas bandas, además de mediapunta, con variaciones de altura y función según el rival o el momento del juego. En las victorias frente a Mirandés (1-5) y Huesca (4-0), por ejemplo, se le pudo ver claramente en zonas centrales con un rol de mediapunta, compartiendo espacios interiores con otros compañeros para generar superioridades.
Para Hidalgo ya no es solo un futbolista de ataque sin obligaciones defensivas. “Como yo veo el fútbol hay que equilibrar con balón y sin balón. El primer día tuvo un trabajo fabuloso en defensa, ante el Burgos también. Él entiende el sacrificio sin balón y nos está dando eso. Yo le veo bien y enchufado. Sabe que es su punto de mejora y nos va a dar muchísimo en defensa y en ataque”, comentó el técnico a inicios de septiembre sobre el compromiso defensivo de Luismi.
La confianza del entrenador catalán en el fichaje blanquiazul es evidente. No solo lo mantuvo en el once titular en Málaga pese a su malestar físico, sino que lo ha convertido en uno de los hombres más utilizados de la plantilla. Ha sido titular en todos los encuentros del campeonato salvo uno: la visita a Butarque para medirse al Leganés. Precisamente, aquel día el Dépor reaccionó al 2-0 y consiguió empatar tras la entrada de Luismi en el terreno de juego, una muestra más de la influencia del canterano del Sevilla.
La comparación con el Tenerife
El contraste entre su papel en A Coruña y el que desempeñó en el Tenerife durante las dos campañas anteriores resulta evidente. En la 2024-25, curso del descenso del conjunto insular a Primera Federación, Luismi jugó todo el campeonato pinchado en la banda derecha, sin apenas variar su radio de acción. Ni Óscar Cano, ni Pepe Mel ni Álvaro Cervera, los tres entrenadores que pasaron por el banquillo tinerfeño en la pasada temporada, modificaron esa idea. Todos lo ubicaron a banda cambiada para aprovechar sus virtudes más reconocibles: la conducción hacia dentro, siempre con el balón pegado al pie izquierdo para alejarlo del rival, y el recorte clásico previo al disparo o al centro con rosca envenenado. Era un futbolista de rutinas conocidas, de movimientos predecibles pero igualmente dañinos.

Un año antes, con Asier Garitano al mando, su rango de acción fue algo más amplio, aunque seguía partiendo desde el carril diestro. Los mapas de calor de esas dos temporadas son casi idénticos: un rojo intenso en la derecha y apenas trazos aislados en el resto del campo. En cambio, el dibujo que está dejando en el Deportivo es distinto. Aunque conserva una presencia notable en el costado derecho, su huella se reparte por todo el terreno de juego, con puntos de actividad en los tres carriles. El cambio es total. Ha pasado de ser uno de los tantos extremos que en el fútbol moderno actúan a banda cambiada a convertirse en un jugador que entiende el juego desde la movilidad y la ocupación de espacios.

Esa reconversión explica, en parte, la evolución colectiva del equipo. Hidalgo ha insistido desde su llegada en que la polivalencia y la versatilidad es un mecanismo para hacer más imprevisible al Dépor. En ese tablero en movimiento, Luismi Cruz encarna la figura de uno de los comodines, un futbolista que permite alterar estructuras sin necesidad de cambiar piezas. Puede abrir el campo o cerrarse para liberar el costado a un lateral o carrilero profundo, actuar de lanzador o de apoyo, e incluso hundirse en una defensa de cinco o formar parte de la primera presión tras pérdida. Su fútbol, antes algo lineal, ahora se ha vuelto multidireccional.
Regreso de Mella y nuevo puzle ofensivo
El panorama se complica, en el buen sentido, con el regreso de David Mella. El canterano se perdió los tres últimos partidos por su participación en el Mundial sub-20 de Chile con la selección española. Tras la eliminación de la Rojita ante Colombia, ya está de vuelta en A Coruña y disponible para el próximo encuentro en El Sardinero. Su reincorporación, si Hidalgo decide devolverle el puesto en el once, puede alterar de nuevo la estructura y, por tanto, el rol de Luismi Cruz.
Antes de viajar con España, Mella se había ganado el sitio en la banda izquierda, una zona que Luismi también ha ocupado en las últimas jornadas y en la mayor parte de su carrera. Esa coincidencia reabre uno de los debates del verano: si ambos pueden convivir en el mismo once sin que el equipo pierda equilibrio. Hidalgo ya demostró que sí es posible en las victorias ante Mirandés y Huesca, pero la lesión de Ximo Navarro complica la posibilidad de repetir aquel esquema que tanto éxito dio en septiembre.
Curiosamente, Mella y Luismi compartieron zonas de influencia muy parecidas el curso pasado, aunque en equipos distintos. Ambos tendían a recibir abiertos, aunque los pasos siguientes eran diferentes en cada caso. Ahora, con los dos en la misma plantilla, uno deberá modificar parte de sus automatismos para encajar todas las piezas. En esa reconfiguración, el gaditano ha ganado enteros, ya que su adaptación a distintos roles le ha permitido ganarse un papel fijo en los planes de Hidalgo, más allá de la posición concreta.
Lo que quizá no esperaba Luismi Cruz al aterrizar en Riazor es que sus primeros meses iban a convertirse en un máster acelerado de polivalencia. En apenas unas semanas ha pasado de ser un extremo reconocible a un jugador camaleónico, de posición impredecible, que interpreta el juego según lo que el equipo necesita. En un Dépor que busca consolidarse como bloque sólido y flexible a la vez, el andaluz se ha transformado en esa herramienta que todo entrenador desea tener, en una navaja suiza con el escudo blanquiazul.

