El Deportivo se deja el liderato en La Rosaleda (3-0)
La falta de carácter y fiereza defensiva lastra al equipo en un partido en el que fue más en la medida que se jugó lejos de su retaguardia, pero en el que tampoco tuvo acierto ante el gol

El único invicto del fútbol profesional se dejó esos ropajes en La Rosaleda ante un rival que venía de enlazar cuatro derrotas y tenía a su entrenador, sancionado en la grada, en entredicho. Al final hubo fiesta en el feudo malacitano (3-0) y decepción en el Deportivo, que entrega el liderato, pero sigue en puesto de ascenso a pesar de sumar apenas dos puntos de los nueve últimos que ha disputado. Nada es sencillo, ya se sabe. Pero hay que dar más. Y no es un problema ni de actitud ni de aptitud ni siquiera, seguramente, de juego. Quizás lo sea de carácter. De falta de veneno, que ya lo avisó Hidalgo en pretemporada. El Deportivo se pinta, en ocasiones, como un lienzo con trazos finos. Y a veces hace falta un buen brochazo.
Si alguien quiere saber como debe salirse a jugar un partido debería de ponerse los primeros minutos del Málaga, audaz, atrevido, sin los temores que se le suponen a un equipo que lleva varias semanas sin puntuar. Apretó el rival y el Deportivo se encogió y lució descosido, como si todo aquel despliegue le pillase a otra cosa o bajando del autocar. Avisó el Málaga y nadie se dio por enterado hasta que Joaquín Muñoz encaró a Loureiro, que ni recibió ayuda alguna ni pudo parar al extremo izquierdo local al que concedió la línea de fondo. De allí salió un centro raso que Escudero no supo despejar. La pelota la recogió Chupe y la mando a la red.
El gol, quizás más bien el chorreo sufrido por el equipo en esa puesta en escena, invitó a que Hidalgo hiciese una primera maniobra: Mario Soriano cayó en defensa hacia la diestra y Luismi Cruz acudió a tapar la izquierda. El Málaga hacía daño por los costados; el Deportivo salió con una idea inicial, la de contener y buscar la espalda de la zaga para activar a Eddahchouri. El ariete neerlandés partió como titular en perjuicio de Mulattieri. Fue uno de los cuatro cambios en el once respecto al equipo que había iniciado el partido contra el Almería en la jornada anterior. Ante ausencias y lesiones, Hidalgo regresó a las fuentes y puso en liza el mismo equipo que abrió el campeonato a mediados de agosto en Granada, con Gragera ya recuperado para cerrar la medular y Comas y Escudero en la defensa.
Por ahí se desangró el Deportivo, por la zaga, que fue blanda, poco expeditiva, huérfana de un futbolista con la jerarquía precisa para imponer su presencia. Ese rol lo había tomado estas últimas semanas Miguel Loureiro. No hay otro en la plantilla que pueda hacerlo. Así lo ha elegido el club. El caso es que la mezcla entre Arnau Comas y Dani Barcia no acaba de resultar porque esta lejos de ser complementaria. Hay algo ahí que se echa en falta y que sería sinónimo de palabras como coraje, fortaleza, rigor, arrojo o ímpetu. Todas esas carencias quedaron retratadas en el segundo gol del Málaga, un desastre que nació de un mal control de Barcia al bajar una pelota en mediocampo, una respuesta mejorable de Gragera para quitarse el balón de encima y, sobre todo, una palmaria falta de contundencia de Arnau Comas, que se fue al suelo para despejar la pelota y no sólo fracasó en ese intento sino que dejó el esférico en los pies de Chupe para que encarase a Parreño y le batiese sin mayores problemas.
El segundo sopapo golpeó al Deportivo apenas sobrepasada la media hora de juego. Y le hizo daño porque llegó para cercenar sus mejores minutos. El equipo había entrado al fin al partido por más que Yeremay no apareciese. Lo hizo Soriano, que tomó la batuta y repartió juego. Eddahchouri tuvo una primera opción de empate, pero la estrelló sobre el cuerpo del portero local. También intervino Herrero para sacar sobre la línea de gol sendos cabezazos de Gragera y Loureiro tras saque de esquina. Parecía fuerte el Dépor en el balón parado y por ahí se abría también una espita para la ilusión. Pero la ternura de la zaga se llevó por delante gran parte de ella en esa desdichada acción de los centrales.
En realidad ya había pasado en Leganés. El despiste y la reacción. Quiso el Deportivo, volvió a liderar Soriano, que estrelló en el larguero un chut desde la frontal cuando moría la primera parte. No entró el gol psicológico y sobraron errores y desatenciones, pero tampoco ayudó esta vez esa pizca de fortuna que auxilia a los equipos en momentos clave. El Deportivo demostró su pelaje, apuntó una vez más que es mejor cuanto más lejos se juega de su retaguardia. Enseñó sus virtudes, su variedad en ataque incluso sin activar la mejor versión de algunos de sus hombres, pero también confirmó, una vez más, las sospechas sobre una carencia que puede ser determinante en la cuenta final de la temporada. Hace falta más fiereza, la que faltó de inicio ante un equipo que salió a morder y la que se evidenció después en acciones que volcaron el marcador en favor del rival.
No. Esta vez no hubo enmienda porque si la primera parte acabó con remate al larguero, la segunda comenzó con otro gol en contra, un nuevo error esta vez en una salida de balón y un regreso que cogió al equipo con el pie cambiado. Gragera no pudo contener a Rafa Rodríguez y el joven delantero andaluz batió a Parreño con un disparo cruzado. Casi sin solución de continuidad Eddahchouri marcó un gol tras regalito del portero, pero el VAR llamó al árbitro, que lo anuló por falta previa. Un codo del nueve había salido a volar y el defensa del Málaga se desplomó al sentirlo sobre su mejilla.
A esa altura el Deportivo ya debía de tener claro que la noche no le iba ser propicia. Los cambios decretados por Antonio Hidalgo tampoco mejoraron su versión. Stoichkov reemplazó en el descanso a Villares, pero no se puso bajo el foco del partido. Y cuando las luces le apuntaron, en un mano a mano ante Herrero, se le hizo de noche. La salida de Rubén López al campo como lateral zurdo postizo en realidad fue el último retrato de la noche a Escudero, que no logra entrar en el ritmo que demanda la competición, desde luego no en el que le exigió el ritmo del Málaga en esta ocasión. Mulattieri, Patiño y José Ángel completaron los reemplazos con casi media hora por jugar. Desde luego a Hidalgo no se le puede reprochar inacción. Aún así el Málaga acabó cerca del cuarto gol en una noche para olvidar, pero también para tomar nota porque deben resolverse varios problemas que no son menores y que afectan a la médula defensiva de un equipo que quiere mantenerse entre los primeros de la clasificación.
Málaga 3-0 Deportivo
MÁLAGA: Herrero; Rafita (Gabilondo, m. 71), Murillo, Einar Galilea, Dani Sánchez; Larrubia, Juanpe (Dotor, m. 71), Dani Lorenzo, Joaquín (Brasanac, m. 60); Chupe (Jauregi, m. 86) y Rafa Rodríguez (Lobete, m. 60).
DEPORTIVO: Germán Parreño; Loureiro, Arnau Comas, Dani Barcia, Escudero (Rubén López, m. 56); Gragera (Patiño, m. 67), Villares (Stoichkov, m. 46); Luismi Cruz (Mulattieri, m. 67), Mario Soriano (José Ángel, m. 72), Yeremay; y Eddahchouri
Goles: 1-0, m. 8: Chupe; 2-0, m. 31, Chupe; 3-0, m. 49, Rafa Rodríguez
Árbitro: Carlos Muñiz (Comité Aragonés). Amonestó a Chupe, Loureiro, Dani Barcia y Rubén López
Incidencias: Estadio de La Rosaleda, 25.514 espectadores.

