El Mundial coruñés se tambalea
El retraso en la licitación del proyecto de reforma de Riazor pone en bandeja que la sede se vaya a Vigo

Hace ya catorce meses que la Real Federación Española de Fútbol eligió a A Coruña entre las once sedes que aportaba el país para albergar partidos del Mundial del año 2030. La FIFA ratificó la decisión el pasado mes de diciembre. Pero a día de hoy se ciernen negros nubarrones sobre esa candidatura si no se toman determinaciones con celeridad y acierto. No hay avances ni se dan pasos adelante para cerrar cuestiones que ya deberían estar superadas, por ejemplo la licitación del proyecto de reforma del estadio de Riazor.
Este jueves hay pleno en el Ayuntamiento de A Coruña y los partidos que no están en el gobierno local presentarán sendas cuestiones sobre el proceso. El BNG quiere saber si hay “alguna novidade para lle contar ás coruñesas y coruñeses en relación ao Mundial 2030”. El Partido Popular ya va más directo y preguntará sobre cuando esta previsto licitar el contrato para redactar el proyecto de reforma del estadio “porque va todo con demasiado retraso”, inciden. Una vez caída Málaga del once mundialista y con Valencia en primera línea para suplirla, una eventual baja coruñesa tendría un claro reemplazo: Vigo, y no la capital herculina, sería la primera ciudad gallega bimundialista.
El plan que tiene A Coruña pasa por empezar las obras en el estadio de Riazor antes de que acabe el año 2026. Pero ahí juega sus partidos como local el Deportivo, que tiene reticencias ante el plan del ayuntamiento y argumenta un desconocimiento total del proyecto que impulsa el gobierno local. “No tenemos nada que valorar. No nos han comunicado ni cómo se va a financiar la obra, ni cómo nos va a afectar, ni cómo se va a desarrollar”, lamenta Massimo Benassi, consejero delegado del club que preside Juan Carlos Escotet.
En medio de todo este proceso está una figura a la que se puede identificar como la impulsora de la candidatura coruñesa al Mundial. Gonzalo Castro, concejal de Cultura y Turismo, es el conductor de ese sueño, la persona designada por Inés Rey para jugar un partido que por momentos se disputa sobre terreno embarrado. Durante los últimos meses, Castro expresó en diversas ocasiones que como muy tarde la licitación del proyecto de reforma, el paso básico para saber que se tiene sobre la mesa a nivel financiero y generar un procedimiento transparente, debería de estar en marcha antes del verano de 2025. Mañana ya es octubre.
La FIFA había planteado la frontera de junio de 2025 para que sedes como la de A Coruña iniciasen sus licitaciones. En María Pita se asumió el compromiso de hacerlo y no han cumplido. Para salir del paso se presentó antes un anteproyecto de reforma en el que deben plasmarse todavía las modificaciones indicadas por la comisión de evaluación que visitó la ciudad. El caso es que en el ayuntamiento han sido incapaces de sacar adelante la licitación y dar el primer paso efectivo hacia la reforma del estadio, y de paso hacia el Mundial. En el ínterin, el Deportivo ha presentado un proyecto unilateral de reforma con una inversión de cinco millones de euros para adecuar el estadio a sus necesidades, que no contemplan que tengan que ver con la cita de 2030, hasta el punto de que el propio Escotet desaconseja llegar al aforo mínimo exigido de 40.000 espectadores. La postura del Deportivo se resume en dos ideas: su propiedad no quiere comprometer el equilibrio financiero del club asumiendo una parte del gasto que se plantea y, además, está en contra de una ampliación del estadio -”no es necesaria”, argumentó Escotet en una reciente alocución difundida por el club- y de que sea empleado para usos que no sean los futbolísticos.
En la RFEF tienen la sospecha de que los plazos ya van muy justos para A Coruña. Y la FIFA valora enviar de nuevo a los miembros de su comité de evaluación a la ciudad para una visita exprés antes de fin de año. Si para entonces el proyecto de reforma no está licitado se empezaría a valorar una eventual exclusión porque donde antes se veía con simpatía la candidatura herculina ahora se le mira desde la sospecha de que puede estrellarse.
¿Podían haberse hecho las cosas de otra manera? Desde luego. Zaragoza es el ejemplo. Allí hace dos años que gobierno autonómico, ayuntamiento y club fueron de la mano en la propuesta de crear una sociedad mixta (La Nueva Romareda SL) que aunase capital público y privado.
El grupo empresarial que controla el club bandera de la ciudad, Jorge Mas, flirteó con la idea de financiar en su totalidad el proyecto, pero las instituciones reaccionaron para que La Romareda no pasase a manos privadas y se forjó una colaboración. “El acuerdo alcanzado es bueno para todos. El Mundial es un logro extraordinario para la ciudad y gracias a él tendremos uno de los mejores estadios de Europa”, valoró Mas en el momento de la firma. El nuevo estadio de Zaragoza funcionará como recinto multiusos que albergará conciertos, eventos y un museo del club. En A Coruña ya hace mucho tiempo que se descartó la opción de una sociedad mixta que integrase a club, instituciones e incluso a entidades financieras (en Zaragoza colabora Ibercaja).
A Coruña albergaría, casi con total seguridad, cinco partidos del campeonato. En las condiciones contemporáneas de movilidad conllevaría la asistencia multitudinaria de diez aficiones. Natalia Chueca, alcaldesa de la capital aragonesa, apunta que el Mundial, sólo en sus fechas de celebración, propiciará en su ciudad ingresos de 350 millones de euros en hostelería, hoteles, comercio, restauración o sector del taxi y vaticina la creación de más de 4.000 puestos de trabajo directos.
Vigo sueña con ese escenario y se ilusiona con la creciente posibilidad de que A Coruña se caiga. “Vigo está en la pelea y hay mucha ilusión por parte del alcalde”, explica Rafael Louzán, presidente de la RFEF, que valora que en el sur de Galicia Abel Caballero vaya de la mano del Celta. Y el político socialista no deja de presionar. La pasada semana presentó un proyecto de reforma para el estadio que conlleva remodelar una grada de Tribuna que no tiene ni diez años y hacerla única y corrida con capacidad para 16.000 espectadores, una solución que guarda similitudes con la esbozada en algunas declaraciones por Gonzalo Castro para Riazor, donde abogaba por un graderío de bandeja única en el fondo de Marathón al estilo de las de campos como los del Borussia Dortmund, Tottenham u Olympique de Marsella. Hace ya tiempo que en A Coruña se descartó la tercer bandeja que se había barajado construir de inicio.
La FIFA había planteado la frontera de junio de 2025 para que sedes como la de A Coruña iniciasen sus licitaciones
“Vamos a ver si son capaces de cumplir los requisitos”, desliza Louzán sobre Vigo. Caballero quiere el Mundial porque estima unos ingresos millonarios para su ciudad. “Y voy a defenderlos con uñas y dientes”, matiza. Todos se mueven. En Las Palmas se licitó este verano la demolición de una parte del estadio y arrancó así la reforma del mismo de cara al Mundial.
En A Coruña está todo en pañales, el diálogo está cortado y la voluntad de que la ciudad sea sede es, como mucho, tibia. “Al Deportivo le tiene que preocupar lo que hace bien el Deportivo”, respondió Massimo Benassi la pasada semana a la pregunta de este diario sobre si en el club preocupa que A Coruña pierda la sede mundialista en favor, justamente, de Vigo.
Los intentos de obtener financiación chocan con la falta de consenso
La candidatura de A Coruña ha buscado durante los últimos años financiación para sufragar las obras de reforma de Riazor, adecuarlo a las exigencias de la FIFA y de paso a las de los tiempos, y además reurbanizar todo el área que rodea al estadio. Desde el principio se percibió que A Coruña se mueve en un entorno de posibilidades económicas en el que la colaboración privada iba a ser imprescindible.
En un determinado momento se exploró la opción de asociarse a compañías dedicadas a la explotación de recintos deportivos. En esa línea iban las conversaciones, ya varadas, con Oak View Group (OVG), una compañía norteamericana que desarrolla y gestiona estadios como el de Wembley. Fuentes consultadas argumentan que las negociaciones tropezaron cuando los inversores barruntaron los problemas que se generarían con un coliseo que tendría dos inquilinos, ellos y el Deportivo.
Hubo contactos con otros inversores interesados en entrar en el proyecto, pero la ausencia de una unidad de acción en la ciudad es una barrera para sellar acuerdos. A día de hoy el ayuntamiento no ha desvelado de donde saldría el dinero para acometer las obras mundialistas, pero se entiende que la licitación del proyecto de reforma abriría un escenario más favorable. A esta altura, además, la premura de los plazos administrativos para gestionar la financiación pública animan a plantear que, al margen de las remodelaciones de accesos y entornos, la obra del estadio debería de ser asumida casi en su totalidad por capital privado, un relato que no todos están dispuestos a escuchar.
Faltan certezas y eso genera inquietud en la RFEF, que ya ha deslizado por boca de Louzán que la designación del pasado mes de diciembre por parte de la FIFA es, sin duda, revocable.

