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Dépor

El Dépor saca el machete

El equipo coruñés ha pasado de estar a la cola de Segunda en la 2024-25 en faltas y tarjetas amarillas a elevar de forma notable ambos promedios por partido en la 2025-26

Miguel Loureiro pugna con Fer Niño, ante la mirada de Gragera, en un Dépor-Burgos en Riazor
Miguel Loureiro pugna con Fer Niño, ante la mirada de Gragera, en un Dépor-Burgos en Riazor
Quintana

El Deportivo ha dado un giro visible en este arranque de la temporada 2025-26. Los números lo respaldan y el campo es la mejor muestra. El equipo coruñés es, por el momento, un conjunto más agresivo, más contundente y, en resumen, más competitivo que el curso pasado, cuando la estadística lo situaba en la cola de la Segunda División en apartados directamente relacionados con estos conceptos. El Dépor de la 2024-25, tanto con Imanol Idiakez como con Óscar Gilsanz en el banquillo, era un equipo con voluntad de llevar la iniciativa, igual que el conjunto de Hidalgo, pero mucho menos expuesto a la disputa o a la falta táctica.

El dato más ilustrativo está en las faltas cometidas. El Deportivo ha pasado de ser el vigésimo primer equipo en este registro en la 2024-25, con apenas 10,21 por encuentro, a situarse ahora en el puesto 15 de la tabla con una media de 12,83. Es un salto de más de dos infracciones por partido. El volumen no es excesivo, pero sí significativo, porque habla de un equipo que entra más fuerte en los duelos, que corta transiciones con mayor decisión y que, en definitiva, compite de otra manera.

Lo mismo sucede con las tarjetas amarillas. La pasada campaña los coruñeses eran el conjunto más limpio de la categoría, el último en la clasificación de amonestaciones, con solo 1,59 por partido. Actualmente ocupan la duodécima plaza, con una media de 2,3. De nuevo, no es un número escandaloso, pero refleja la transformación. Hidalgo ha insistido desde su llegada en la necesidad de aumentar la exigencia y la agresividad en cada acción, en cada duelo individual y colectivo, y ese discurso ya encuentra traducción en la estadística.

La lógica es sencilla. Un equipo que repliega con mayor intensidad, que presiona tras pérdida con más hambre y que convierte cada disputa en un pulso, está condenado a hacer más faltas y a ver más tarjetas. Esa es la consecuencia natural de un modelo que ha elevado un punto la competitividad del grupo. El Deportivo no ha dejado de querer el balón, pero ahora ha añadido un matiz que lo hace más molesto, más incómodo para el rival.

De hecho, Miguel Loureiro hizo hincapié precisamente en ese aspecto, durante su presentación como jugador blanquiazul, como meta a conseguir en la temporada 2025-26: "Penso que necesitamos que se coñeza ao Dépor por ese carácter e por ser un equipo que presiona e que incomoda. Por ser un equipo incómodo para os rivais", comentó el polivalente defensa gallego.

Nombres propios

Precisamente Loureiro es uno de los protagonistas de este cambio. El de Cerceda, una de las incorporaciones del verano, lidera el apartado de faltas del Dépor con diez cometidas. El lateral o central gallego llegó para dar jerarquía a una defensa joven y desde el inicio ha aportado justo lo que se le pedía: liderazgo, contundencia y carácter. No es casualidad que encabece esta estadística.

Tras él aparece el canterano Dani Barcia, que suma ocho infracciones. Su crecimiento ha sido paralelo al del equipo. Más expeditivo, más firme en los choques, se ha consolidado como un futbolista capaz de mantener el tono físico que exige el nuevo Deportivo.

Con los mismos registros está José Gragera, otro de los fichajes del verano, que en apenas tres partidos alcanzó las ocho faltas antes de lesionarse. El mediocentro asturiano ejemplifica bien la idea de Hidalgo y de ahí que el técnico pidiera en el mercado un jugador de sus características: "Era un perfil que necesitábamos, mediocentro posicional, con piernas y que tácticamente sea bueno, que nos aporte esa solidez y permita soportar todo lo que tenemos por delante", apuntó el míster sobre el jugador cedido por el Espanyol, que no duda en recurrir a la falta táctica cuando la jugada lo demanda o se ve superado.

Dani Barcia presiona a Iker Kortajarena en el Dépor-Huesca en Riazor
Dani Barcia presiona a Iker Kortajarena en el Dépor-Huesca en Riazor
Quintana

Por detrás aparece Diego Villares con siete faltas. El capitán es un ejemplo de constancia y de trabajo incansable, y no sorprende que esté entre los que más se desgastan en este tipo de pugnas. Acostumbrado ya a recorrer más de una decena de kilómetros en cada partido, el vilalbés tampoco es de los que rehúye el choque y los duelos.

El cambio no afecta solo a defensas o mediocentros. También los hombres de ataque aparecen en la lista. Luismi Cruz suma seis faltas, mientras que Zakaria Eddahchouri y Yeremay, cinco cada uno. No son números anecdóticos, ya que revelan la implicación de los delanteros en la primera línea de presión y en las ayudas defensivas. Que un extremo como Luismi, que también ha tenido que actuar en varias ocasiones como carrilero, o un punta como Zaka, que ha perdido la titularidad, acumulen tantas faltas en seis jornadas ayuda a explicar hasta qué punto el equipo funciona como un bloque, con todos comprometidos en el esfuerzo colectivo.

Incluso jugadores con menos minutos han dejado huella en este sentido. Giacomo Quagliata, que solo ha sido titular en los dos últimos partidos, acumula ya cuatro faltas. Su perfil encaja de lleno en la nueva línea del equipo. El lateral italiano llegó de la Cremonese con fama de jugador intenso y en poco tiempo ha demostrado que esa es una de sus principales virtudes.

Este reparto amplio de infracciones muestra, por el momento, a un equipo que ha interiorizado la necesidad de competir con otro nivel de energía. Loureiro, Barcia, Gragera, Villares, Luismi Cruz, Yeremay y Eddahchouri son algunos de los nombres que destacan en el apartado de faltas cometidas, pero el plus de competitividad es tanto de ellos como de otros jugadores que no aparecen en la parte alta de este listado.

El Deportivo de la pasada temporada fue el segundo equipo que menos faltas cometió en toda la categoría. Ese Dépor sufría en los repliegues y apenas interrumpía las transiciones rivales. Hoy el escenario es distinto. No es un conjunto que renuncie a tener la pelota, pero sí uno que entiende que la agresividad, la concentración y la exigencia, una de las palabras más pronunciadas por Hidalgo desde su llegada, son innegociables. Esa evolución le ha permitido competir mejor en este inicio de campeonato, donde los resultados han llegado acompañados de la sensación de que el equipo es más sólido y más incómodo de batir.

El Deportivo ha ganado en agresividad y en competitividad. Los datos de faltas y amarillas lo reflejan, pero sobre todo lo hace la imagen que transmite el equipo en el campo. Los aficionados blanquiazules y los rivales ya han comprobado que el Dépor de Hidalgo ha afilado el colmillo respecto al curso pasado.