OPINIÓN | Que sí, joder, que el tema pinta bien
Ni cenizo. Ni pesimista. Ni catastrofista. Ni aguafiestas. Simplemente, realista. Hablando de fiestas, ya saben lo que decía el faro que ha guiado al deportivismo durante décadas. “Cuidado con la fiesta, que te la quitan de los fuciños inmediatamente”. Arsenio sabía de qué hablaba. Por gallego y por deportista. También por deportivista. Y por viejo, que ya lo era cuando aquella Liga que el Deportivo perdió por un suspiro. Arsenio temía que sucediera lo peor por nuestro (afortunadamente) desaparecido complejo de inferioridad. Porque ya había sufrido palos de todos los colores cuando muchos ya festejaban por anticipado. Porque en el deporte nada es seguro hasta que se cruza la línea de meta. Y porque el zorro sabe más por viejo que por zorro.
Dicho esto, la alegría que me transmitió el juego del equipo frente al Huesca me resultó inversamente proporcional a la que me transmitió una grada a la que, sin embargo, lógicamente comprendo. El deportivismo acumula tantos años de hambruna y de decepciones que necesita éxitos que llevarse a la boca. Riazor celebra con algarabía, ola incluida, un 3-0 sobre el Huesca —sí, la fuerte marejada en los graderíos comenzó antes del gol de Zakaria Eddahchouri— y que su equipo que sitúe líder provisional —habrá que esperar hasta casi la medianoche de mañana para saber si definitivo— después de seis jornadas. Y bien hecho está, claro que sí. Está muy bien celebrar. Sonreír, festejar, saltar, aplaudir y cantar es muy sano. Mucho mejor hacer la ola que se nos vaya la olla. Donde va a parar.
Ya la semana pasada comentábamos en la redacción, medio en serio, medio en broma, que con nueve puntos sobre la zona de descenso la permanencia estaba prácticamente amarrada. Hay que congratularse por este comienzo fantástico y esperanzador, también disfrutarlo. Lo que no hay que perder la perspectiva.
Dejando a un lado la pasión y tirando de un análisis más razonado, uno cae en la cuenta de que restan nada menos que 36 jornadas. O lo que es lo mismo, 108 puntos en juego. Nadie ha ascendido en septiembre, como tampoco lo ha hecho en febrero. Vendrán tiempos peores y cuando lleguen habrá que estar ah. Ya sabe usted cómo va esto. En la salud y en la enfermedad.
Y en un análisis sesudo, uno mira al campo y no puede evitar sonreír. Como cuando lo hace si echa un vistazo al banquillo. Hemos pasado de Petxarroman, Mfulu, Hugo Rama, Gauto, Herrera y Bouldini a Noubi, Gragera, (el renacido) Charlie Patiño, Luismi Cruz, Stoichkov y Mulattieri cuya memorable su primera mitad frente al conjunto oscense. Hemos pasado de un Deportivo que jugó más de media temporada con 14 o 15 futbolistas a tener prácticamente dos jugadores del mismo nivel por posición. Sale Mulattieri, entra Eddahchouri. Sale Mario Soriano, entra Patiño. Sale Luismi Cruz, entra Stoichkov. Sale Quagliata, entra Escudero. Sale Ximo Navarro, entra Noubi. Y todavía no hemos visto saltar al verde a Daniel Bachmann y a José Ángel. Seguro que habrá tiempo para todos porque la Liga Hypermotion es un maratón, con todas las letras. La única diferencia es que el número de kilómetros de la carrera se traduce, en caso de la Liga, en número de partidos.
Así que carpe diem. Disfrutemos mientras podamos o nos dejen, pero siempre con al menos un pie en el suelo. Que sí, joder, que el tema pinta bien.
