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OPINIÓN | Fe y esperanza

Todos los tópicos del fútbol palidecen ante la epopeya del Mirandés, que no solo construye exitosas plantillas a base de préstamos y descartes sino que se permite hacerlo sobre la bocina: en el inicio del mes de agosto carecía de jugadores en nómina con los que completar un once. Como las cosas al equipo le suelen salir bien, la villa burgalesa se he hecho una fama de hospital de futbolistas. Los efectos de una estancia en Miranda de Ebro son reconstituyentes incluso para casos que semejaban perdidos, como el del exdeportivista Carlos Fernández, que parece renacer desde que viste de rojo y negro.

A estas alturas ya nadie se fía del rival del Deportivo en la jornada de este fin de semana, ni siquiera aunque tenga que jugar como local lejos de su bombonera de Anduva. No es posible dar por sencilla una visita a un equipo que además parece haberse engrasado con dos victorias consecutivas tras un inicio de Liga que por fuerza iba a generarle no pocas tribulaciones.

Y sin embargo hay que creer. Ese es el estado del deportivismo, que abraza las virtudes teologales del cristianismo, la fe y la esperanza desde luego. De la caridad ya hablaremos en otro momento. Subyace la sensación de que hay un proyecto que si bien puede tener alguna tacha puede ser suficiente para competir por estar en los puestos altos de la tabla. Así lo piensa el entrenador, menos revirado que el director deportivo, claro y directo para ir “con la verdad por delante” y asumir que aquí ha venido para llevar al equipo a Primera División. Todas las noticias que emite Antonio Hidalgo remiten a un tipo exigente y sin ambages. Y en la construcción del equipo se detecta una vocación por la solidez, que en la categoría suele ser sinónimo de éxito si además se acompaña de clarividencia en la zona de ataque. Hidalgo asume que el fútbol del equipo no siempre es vistoso porque además lo pergeña a través de un ritmo en ataque que quiere evitar problemas en transiciones que desnuden la zaga. Y ya llegará el talento, aunque sea el de un central.

Es ahí, en la exposición de la capacidad de sus futbolistas más diferenciales, donde todos esperamos al Deportivo, que quizás disponga de más espacios ante un rival como el Mirandés y en un escenario como Mendizorroza. Los precedentes de los dos partidos anteriores a domicilio también son alentadores porque el equipo mostró virtudes que le convierten en dominador ante dos rivales que antes de ayer estaban en la máxima categoría, pero el curso estará lleno de emboscadas y parece probable que hoy en Vitoria haya varias. Habrá también que sobreponerse a los avatares que surjan por el camino. La lesión de Gragera, sobre la que el club se abona al mutismo de moda en este tipo de situaciones, le puede doler al equipo por lo que puede aportar un perfil sin apenas sustituto en la plantilla porque, además, José Ángel sigue de baja. Y, si, siempre nos acordamos de los que faltan, pero también siempre hay que remar con los que están.