OPINIÓN | Por encima del deporte (y la política)

Creo que todos hemos visto las imágenes de la meta de La Vuelta de este miércoles en Bilbao. Podemos estar de acuerdo en una cosa: que la seguridad debe ser lo primero y que meterse delante de una bicis que van a más de cincuenta kilómetros por hora es un peligro para deportista y manifestante. Pero lo que no voy a comprar es el ya demasiado clásico discurso de “es que no hay que mezclar deporte y política”. Porque esto va mucho más allá del deporte y mucho más allá de la política. Va de derechos humanos y de que se está cometiendo un genocidio delante de nuestras narices, pero como es en otra parte del mundo parece que a mucha gente ya no le importa.

Cuando Rusia atacó Ucrania, no se tardó mucho en excluir a los equipos y deportistas de dicho país de muchas competiciones. De hecho, siguen vetados aún a día de hoy en la gran mayoría de ellas. ¿Por qué no pasa lo mismo con Israel? Según los últimos informes, el número de muertes en la Franja de Gaza a causa de la ofensiva militar de Israel ya supera las 64.200 en total. Israel está participando ahora mismo en el Eurobasket (en el motivo geográfico de ello no voy a entrar) y en la Vuelta Ciclista a España a través del equipo Israel Premier Tech, que se está encontrando con protestas masivas en cada etapa.

La Vuelta como entidad no puede expulsar a un equipo de su competición, ya que la Unión de Ciclismo Internacional dio su visto bueno a que participara, el cual ha reiterado en los últimos días. Un visto bueno que llega a un equipo creado y propiedad de Sylvan Adams, un magnate canadiense, sionista y amigo personal del presidente israelí Benjamín Netanyahu que utiliza su equipo de ciclismo para tratar de blanquear la imagen de este estado. La seguridad debe estar por delante en este evento, sí. Pero por delante del deporte, de la política y de los intereses económicos deben primar los derechos humanos.