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Ya estamos viendo lo complicada que es la Segunda División. Lo dura que es para muchos clubes con notables equipos que se quedan en la orilla, como le pasó al Eibar esta temporada o al propio Deportivo en la famosa noche de Mallorca cuando no regresó a Primera y ardió en la hoguera hasta hace apenas unas semanas..

El equipo vasco, que será rival del Depor a partir de agosto, se quedó a un suspiro del ascenso directo. A un punto. Y ha sido desarbolado por un Oviedo que en muchos momentos del curso no pensó más que en tener una plácida temporada. Eso sí, un club, el carbayón, que viene haciendo bien las cosas desde hace varios cursos.

Esta Segunda es una liga muy larga. 42 jornadas y lo que venga en caso de jugar por el ascenso. Y de la misma manera que hablamos de la dureza en la terraza del campeonato, abajo por los garajes la cosa es más o menos igual.

Hay equipos, como el Zaragoza, que han estado con la soga al cuello hasta el final. El verdugo le quitó la cuerda en el patíbulo un par de jornadas antes de la conclusión liguera. Desde la capital del Ebro miraban hacia A Coruña, veían los años en el infierno del Deportivo y rezaban a todos los santos posibles. Los aficionados del histórico club, campeón de Copas y de una Recopa de Europa, soplaban de alivio al conseguir un año más la permanencia en Segunda. El próximo curso el equipo aragonés también será rival del Depor. Llevará, con la que se iniciará en verano, trece temporadas en esta categoría. El Oviedo, al que mencionábamos antes, lleva 23 sin asomarse por la máxima división del balompié patrio.

El segundo escalón ha subido el nivel, se ha adaptado económicamente y se ha convertido en una categoría más complicada de lo que ya era. Además de hacer buenos fichajes desde la dirección deportiva hay que conseguir un buen grupo, un elenco muy competitivo y resolutivo en las dos áreas.

Incluso al Espanyol, con el equipo del año pasado –plantel de Primera– le está costando el retorno aunque es el principal favorito en el playoff de ascenso.

Hace unos días comentaban los que mandan en el Depor que necesitarán entre siete y nueve fichajes para competir en la plata futbolística española con el objetivo típico y tópico de “no pasar apuros” y estar lo más cerca posible de la cabeza. De ir solidificando el proyecto para que no sea un gigante con pies de barro. De mirar hacia la Primera División sin ansiedad y con la presión justa.

Hay que fichar cantidad y calidad y pensar que competir en cada campo de Segunda es hacerlo ante rivales que salen con el cuchillo entre los dientes porque, además, el Deportivo sigue siendo el Deportivo. Asciende un campeón de Liga, eso no se olvida y pesa. Cuando los blanquiazules salten a La Romareda, al Heliodoro, al Molinón,  a tantos campos que ha visitado no ha mucho en Primera, lo ‘notarán’ en sus carnes.