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Dépor

Yeremay y el regate olvidado

Yeremay Hernández dejó en el partido contra el Sporting de Gijón una estadística que parece errónea si se conoce su estilo de juego. Un regate intentado, ninguno completado. Para un futbolista cuya seña de identidad es la insistencia en el uno contra uno, la valentía para encarar y obviamente el talento y la imaginación para hacerlo, semejante registro se convierte en un dato extraño, casi antinatural.

Desde que debutó en Segunda División en la 2024-25, nunca había registrado una cifra tan baja de intentos partiendo en el once inicial. Solo en el tramo final de la temporada pasada —en los encuentros ante Granada, Zaragoza y Elche— se había mostrado tan poco participativo en esa faceta. Eso sí, en aquellos partidos el Deportivo ya no se jugaba nada, con la permanencia en el bolsillo y sin opciones de playoff, y el ‘10’ fue suplente en los tres encuentros. Contra el Granada y el Zaragoza ni siquiera probó un regate, mientras que frente al Elche, en la última jornada de Liga, intentó uno y lo completó. Pero aquellos eran partidos con el desenlace de la campaña resuelto y con Yeremay a medio gas tras protagonizar un campeonato espectacular.

La única excepción reseñable como titular llegó en el 1-5 de Cartagena, en el estreno de Óscar Gilsanz como entrenador. Aquel día, curiosamente, tampoco completó ningún regate a pesar de intentarlo en tres ocasiones. El partido se abrió de una manera tan evidente que el canario encontró otros caminos para castigar. Su velocidad al espacio y los desmarques de ruptura resultaron armas suficientes. Mella hizo el resto desde el costado y Yeremay no necesitó recurrir al regate, aunque su presencia en el partido fue incuestionable.

En cambio, lo sucedido contra el Sporting llama más la atención. Primero, porque partió desde la banda izquierda, su hábitat más natural para encarar. Y segundo, porque hubo situaciones propicias. Aunque Asier Garitano buscó protegerse con un doble lateral, Kevin Vázquez no siempre tuvo la ayuda de Guille Rosas, su compañero de banda. En varios momentos Yeremay recibió con opción de atacar en el uno contra uno, con metros y sin ayudas cercanas, y aun así decidió no encarar.

Ese matiz es el que hace que el partido contra el Sporting quede señalado. Además del evidente reflejo en la estadística, se pudo ver a un Yeremay diferente sobre el campo. El atacante se mostró menos agresivo y menos insistente en una de sus virtudes principales. El regate en su fútbol es casi un estado de ánimo, una forma de estar en el partido. Cuando el canario encara, algo pasa. Puede perder el balón, pero lo habitual es que consiga desbordar o al menos que provoque una falta o un córner.  Y, sobre todo, su intimidación en el uno para uno es una señal para que la defensa rival se repliegue. Sin embargo, el pasado sábado en Riazor esa amenaza se apagó.

El contraste con la jornada inaugural de la temporada refuerza la anomalía. Ante el Granada, en el Nuevo Los Cármenes, Yeremay se sintió liberado. El Deportivo se adelantó en el marcador, el rival estaba condicionado por la falta de jugadores inscritos y, además, la expulsión de Manu Lama en la segunda mitad abrió más la brecha. El ‘10’ se encontró con un escenario perfecto: campo abierto, espacios a la espalda y defensas desbordados por el contexto. Encadenó hasta 14 intentos de regate, completó cinco y monopolizó las acciones de peligro, de nuevo siendo ese futbolista que compite en las estadísticas con los grandes especialistas del regate en Europa.

En cambio, en los partidos siguientes, su incidencia en el uno contra uno se ha reducido notablemente. No solo por cuestiones de inspiración, sino también por su nuevo rol. Antonio Hidalgo lo ha situado más centrado y más adelantado, casi como un segundo punta, con libertad para moverse por todo el frente de ataque. La consecuencia inmediata es que recibe menos balones, más alejado de la cal y en zonas donde la densidad defensiva es mayor. Ahí los espacios se estrechan, las ayudas son constantes y el tiempo de decisión es mínimo. En esas condiciones, regatear se vuelve más complejo. Hay que hacerlo rodeado de piernas rivales y con menos metros para la carrera.

Este cambio de ubicación explica parte de la caída en sus intentos: siete contra el Burgos y tres ante el Leganés, con uno completado en cada partido. Sin embargo, lo que ocurrió ante el Sporting no puede entenderse solo desde esa perspectiva táctica. Porque el pasado sábado en Riazor sí volvió a la banda, al lugar desde el que reventó los registros de regates durante el pasado curso. Y, pese a ello, se abstuvo de encarar.

En resumen, lo ocurrido contra el Sporting —un solo regate intentado y ninguno completado— refleja una anomalía en un jugador acostumbrado a vivir del uno contra uno. Pero también es necesario conocer el contexto. Yeremay llega tras un verano agitado, con el runrún constante de equipos interesados en su fichaje, y afronta ahora un inicio de Liga condicionado por un nuevo técnico y un rol distinto en el campo. Por lo tanto, parece que se trata de una cuestión de tiempo y paciencia. Para que Yere asimile su papel, para que recupere la frescura y, sobre todo, para que vuelva a encarar una y otra vez, como siempre ha hecho.