
Miguel Loureiro llegó al Deportivo como un futbolista polivalente, curtido en Segunda División y con la etiqueta de comodín en defensa. Su pasado lo presentaba como lateral derecho de formación, aunque cada vez más utilizado como central en línea de tres. La cuestión estaba en saber cómo respondería en un esquema con cuatro atrás, donde la exigencia posicional es diferente y no había sido testado con tanta continuidad como en otras demarcaciones. El partido ante el Sporting de Gijón en Riazor (1-0) sirvió para despejar esa incógnita.
El técnico Antonio Hidalgo ya lo había probado en las tres jornadas anteriores como central en defensa de cuatro, aunque de inicio partía en la derecha y reconvertía su posición tras mover fichas. El pasado sábado fue distinto. Loureiro partió en el once inicial como central diestro, acompañando en el eje de la zaga a Dani Barcia, y firmó un encuentro impecable. A falta de centrales, Loureiro se ha convertido en sinónimo de fiabilidad.
El futbolista de Cerceda se ha abierto hueco en el centro de la defensa debido a un cúmulo de circunstancias. Arnau Comas llegó a A Coruña con problemas en el hombro, sumó molestias en el tobillo durante la pretemporada y comenzó el campeonato con dudas. Lucas Noubi aún no ha debutado en Liga y además fue baja ante el Leganés debido a una convocatoria con la selección sub-21 de Bélgica. Y el club decidió arrancar con solo tres centrales puros de la primera plantilla: Comas, Noubi y Barcia, además del fabrilista Samu Fernández como alternativa en caso de acumulación de contratiempos. En ese escenario, la figura de Loureiro apareció como recurso inmediato. Con la irrupción paulatina de Ximo Navarro en el lateral derecho, la lógica invitaba a asentar un movimiento que a comienzos de temporada no parecía tan natural: Ximo por fuera y Loureiro hacia dentro.
Un muro en Riazor
Dani Barcia se llevó casi todos los focos en el reciente encuentro ante el Sporting por anotar el gol del triunfo, además de brillar durante los 90 minutos, pero Loureiro tampoco se quedó atrás. Sus estadísticas ante el cuadro asturiano no están al alcance de cualquiera: quince despejes, 100% de duelos ganados (uno de uno por tierra y cuatro de cuatro en el juego aéreo), 60 pases acertados de 61 intentados (solo un error en un desplazamiento largo) y hasta dos pases clave, es decir, dos entregas que acabaron en remate. Un dato llamativo teniendo en cuenta que disputó 76 minutos como central y solo el último cuarto de hora como lateral derecho.
El único lunar de su partido se produjo en la acción que acabó con el remate de Gelabert al palo. Exigido a acudir al centro para obstaculizar a Juan Otero, Loureiro llegó a despejar, pero el balón quedó suelto en el área. Una consecuencia lógica de su perfil. Se trata de un futbolista fiable, seguro y solvente, pero todavía no es un especialista nato en la defensa del área. Todavía. El crecimiento de Loureiro a lo largo de su carrera provoca que no se pueda descartar una nueva actualización en su juego.
El resto fue una demostración de seguridad y lectura del juego. Atento en la anticipación, contundente en los duelos, sin grietas en la salida de balón y con su habitual costumbre de evitar riesgos en zonas comprometidas. Además, cuando pasó al lateral en los últimos minutos, aportó profundidad y volvió a pisar línea de fondo.
De recurso a solución
Hasta el encuentro frente al Sporting, Antonio Hidalgo había repetido un patrón en las tres primeras jornadas. Loureiro comenzaba como titular en el lateral derecho y en las segundas partes se producía los mismos cambios de piezas. Arnau Comas al banquillo, Ximo Navarro al lateral y Loureiro al centro. Esa secuencia se vio ante Granada, Burgos y Leganés. El resultado fue positivo en todos los casos, con un Deportivo que se mostró más sólido en los segundos actos. El paso lógico era darle continuidad y mantener de inicio la idea de los tramos finales de encuentro.
Hasta el momento, el ex del Huesca lo ha jugado todo (360 minutos). En ese tiempo ha firmado un 85% de acierto en el pase, ha participado de forma esencial en dos porterías a cero (contra Burgos y Sporting) y presenta promedios sólidos por partido: una intercepción, 2,2 entradas, 2,8 recuperaciones y hasta 10,2 despejes de media.

En los duelos es, con permiso de un Ximo Navarro colosal en ese apartado, el defensa más dominante de los zagueros que comenzaron la temporada como titulares. En lo que va de curso acumula un porcentaje de éxito en el cómputo global del 55%, aunque con contrastes entre las disputas terrestres (42%) y las aéreas (68%), donde se ha mostrado especialmente contundente.
Parte de la rápida adaptación del de A Abeleira al Deportivo y a la demarcación de central se entiende por su relación con Antonio Hidalgo. Ya habían coincidido en Huesca, donde el técnico conoció de primera mano su versatilidad. Ese conocimiento previo ha acelerado la integración del lateral reconvertido a central, hasta el punto de que su rendimiento transmite la sensación de llevar meses en Riazor.
En un equipo que sigue ajustando mecanismos defensivos tras los cambios masivos experimentados en verano en esa línea, Loureiro se ha convertido en un sostén. El de Cerceda aporta oficio, concentración y la garantía de que, sea cual sea la posición, se adapta sin perder fiabilidad.
El resto de centrales
El lugar de Loureiro en la zaga se entiende mejor al analizar la situación de los compañeros. Arnau Comas, llamado a ser titular en la derecha, arrastró problemas físicos en verano y ha mezclado buena salida de balón con dudas defensivas en los primeros encuentros. Lucas Noubi, con apenas 20 años y mucho futuro, aún no ha tenido minutos en Liga, condicionado por la competencia y por su citación con la sub-21 belga. Y Dani Barcia, fijo en el perfil zurdo y gran apuesta del club en la parcela defensiva, alternó un partido irregular ante el Leganés con un rendimiento soberbio frente al Sporting, donde anuló a Otero y además marcó el golazo decisivo.
En ese escenario, Miguel Loureiro se ha postulado como la pareja ideal del cambrés en el centro de la defensa. Después del triunfo ante el Sporting en Riazor, parece complicado que Antonio Hidalgo toque esa fórmula a corto plazo.
