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Dépor

ANÁLISIS | La comunión con un equipo del que te puedes sentir orgulloso

No queremos lanzar las campanas al vuelo. No debemos. Pero resulta complicado no ilusionarse con un equipo como este Deportivo, un combo que como todos puede tener puntos flacos, pero que los disimula con singular acierto, un equipo con todas las letras que ni siquiera ha necesitado que su futbolista más cotizado haya empezado el campeonato en su mejor versión para gritarle al mundo que aquí esta de nuevo un Dépor ganador del que podemos sentirnos orgullosos. En Vitoria, ante el Mirandés, contra rival y en un campo malhadado, no importaron los precedentes. Esto es aquí y ahora. Y este es un equipo con el que se puede soñar.

Lo que define al Deportivo que ha armado Antonio Hidalgo es que defiende hacia adelante. A partir de ahí viene todo lo demás, la codicia en el robo de la pelota al rival, la visión 360 de Mario Soriano, la zurda de Luismi Cruz, el trabajo incansable y siempre pleno de sentido de Mulattieri o la definición de Eddahchouri, que falló la primera que tuvo y metió todas las demás, las fáciles y las difíciles. Entre medias se atisbó de nuevo a Yeremay, que volvió a ser el regateador que nunca dejó de ser. El Deportivo se engranó a la perfección en un partido en el que el entrenador intervino siempre a tiempo y con acierto. Lo hizo ya desde la alineación, en la que juntó a Mella, que igual es más jugador de recorridos que exigen más expresividad que la que se le demanda a un carrilero, Luismi, Soriano y Yeremay y dio vuelo en el lateral izquierdo a Quagliata para darle salida al equipo por los costados. El tipo de la perilla, un motorino siciliano, aportó colmillo en todos los sentidos y estuvo en la génesis del primer gol gracias a su brega en la presión al Mirandés. Soriano y Luismi hicieron el resto con una finalización que no fue de segunda.

Al Deportivo se le ven esos ramalazos de equipo grande, pero la categoría es una selva en la que en cualquier momento puede surgir cualquier tipo de emboscada. Luismi anotó el cero a dos en una acción en la que también picó piedra otro italiano, en esta ocasión Mulattieri. Y el delantero italiano, que dejó un catálogo de excelentes acciones de frente y de espaldas a la portería rival, tuvo el tercero en un disparo al poste nada más empezar la segunda parte. Pero el Mirandés se lanzó a por un todo o nada. El técnico gallego Fran Justo no se quedó en la escalera, tomó decisiones en el descanso y mandó a su equipo al área deportivista. Generó peligro a base de centros al área, pero encontró una defensa firme, con Loureiro y Barcia a un excelente nivel. Se destaparon los rojos y corrieron peligro de sentencia mucho antes del final, pero marcaron un buen gol que nubló la luminosa tarde de los chicos de Hidalgo.

No hubo caso para el Mirandés. El entrenador deportivista operó, tomó alguna de esas decisiones que pueden generar debates dolorosos si las cosas se acaban torciendo, como la de sentar a Yeremay, sobremarcado por la zaga rival, siempre pendiente de las ayudas sobre el compañero al que encaraba el canario. Siguió su camino el entrenador para darle cancha a Stoichkov, que nada más salir le puso un balón de gol a Eddahchouri. Lo marró, pero no ocurrió lo mismo con los siguientes.

El neerlandés marcó en 16 minutos y en el quinto partido del campeonato los mismos goles que el Dépor anotó en las cinco primeras jornadas de la temporada pasada. Se sacó tres sopapos de la manga que mandaron a la lona al intrépido y esforzado Mirandés, que quiso entrar en el partido, pero se encontró con un Deportivo muy superior y acertado en las contras para acabar en un tono festivo, en comunión los jugadores con su grada y consigo mismos. Disfrutones todos porque el equipo luce en la medida que junta futbolistas de categoría cerca de la portería rival, pero también saca réditos de su trabajo sin balón.

“Jugamos ante el que probablemente es uno de los equipos de la categoría que mejor ataca los espacios y más cómodo está transitando”, resumió Fran Justo en su valoración sobre el rival. Apuntó que no trataba de poner excusa, pero que el hecho de no jugar en Anduva favoreció al rival. “Nos han llevado al peor escenario posible”, resumió el entrenador local. Pero este Dépor parece preparado para lo grueso y lo fino. Van apenas cinco partidos, no hay derrota que lamentar y el viernes que viene vuelve a ser festivo. Juega el Deportivo en Riazor. Y hay veces que dan ganas de lo que haga todos los días.