
El deportivismo anda dividido en dos bandos: el de los que apelan a la historia y a tantas vivencias de todo tipo y condición para advertir que la bofetada siempre está a la vuelta de la esquina y el de quienes se entregan a la euforia y se desatan alborozados por un equipo que empieza el campeonato como un cohete (cuatro victorias y dos empates en seis jornadas) y se ha ganado el respeto de los rivales que, lo hizo el Huesca ayer, ni cambian el rictus cuando encajan un gol y consideran valiosa esa mínima desventaja para al menos seguir con vida en el partido. No ocurrió así este viernes en Riazor. Goleó el Deportivo y pudo parecer incluso exagerado porque el equipo se asentó a partir de dos errores, “buscados” como bien indica Antonio Hidalgo, del rival. Luego supo guardar la viña, replegado sin sufrir apuros, y sentenciar.
Precisamente esa vis sólida del equipo es el aspecto que resulta más alentador. Las posibilidades y variantes del equipo en ataque era sencillo intuirlas, lo novedoso es el andamiaje defensivo sobre el que se sostiene, ese esfuerzo a través del que se consigue que los primeros defensas sean los atacantes en una presión que no en pocas ocasiones empuja, sin balón, a los mediocentros (nada menos que Villares y Soriano en el inicio de los dos últimos partidos) hacia las inmediaciones del área rival.
El Deportivo, en la línea que le marca su entrenador, “sufre para ganar”. Pero lo hace no sólo a partir de la laboriosidad sino también con donaire y suficiencia como para que aparezca de nuevo la ola en el estadio. En esta ocasión los goles dieron lustre a un ajedrez táctico que hasta puede resultar estomagante para el espectador que valore lo lúdico más que el resultado. O para el que quiera conjugar ambas expectativas. Hidalgo advierte sobre la capacidad y el conocimiento de todos los entrenadores rivales para desmontar su pizarra y por eso no deja de ofrecer variantes. Ante el Huesca armó el ataque y la primera línea defensiva con Luismi Cruz en una posición que fluctuaba entre mediapunta y el falso nueve. Su pase con caño incluído a Mella para el gol que cerró la primera parte le retrata como apto para producir fútbol en ese cometido. Y Mulattieri trabajó con bastante acierto entre central y lateral para exponer el valor de una potencia descomunal en la arrancada, por ejemplo en la que desnuda a la zaga oscense en el tanto que abrió el partido. El italiano del rictus mustio reparte caramelos a sus compañeros. Y una vez más dejó un excelente sabor de boca a la grada, que ya le ha adoptado como uno de sus favoritos después de que estuviese en la cocina de los tres primeros goles.
El partido en el que el que Riazor festejó un provisional y sabroso liderato acabó sin que el rival fuese capaz de tirar entre los tres palos defendidos por Germán Parreño. Conviene valorar que el Huesca también jugaba por irse a la cama en cabeza de la clasificación. Pero sigue en la búsqueda de un once tipo y es uno más, bien clasificado como está, de esos equipos de la categoría que tratan de resolver dudas en este inicio de temporada.
No parece hacerse tantas preguntas el Deportivo, donde además el técnico entiende y demuestra la importancia de mantener el nivel físico del equipo con relevos que aporten un segundo aliento. Las sustituciones empiezan a ser un arma decisiva y ahí están Stoichkov y, desde luego, Eddahchouri para demostrarlo. “A ver quien se atreve a sentarlo después de marcar tres goles”, deslizaba el fin de semana pasado Julio Maldonado “Maldini” en el programa resumen de la jornada de Movistar. Pues Hidalgo se atreve. Y pocos dudaban además de que así iba a ser. De que volvería a salir perfecta la jugada ya no había tantas certezas. El caso es que el neerlandés, recién estrenada la suplencia se ha convertido en el pichichi de la categoría. El fútbol no deja de sorprender con sus paradojas.
Los roles se definen y asientan a tipos como Ximo Navarro y Loureiro, zagueros rápidos con capacidad para corregir tras su espalda y permitir que el equipo de siempre pasos adelante cuando no tiene la pelota en los pies. El Deportivo se engrana de tal manera que ayer sus dos pivotes defensivos vieron el partido desde el palco. Y todo le sale tan bien que el Mella dubitativo de los últimos partidos pareció el viernes de nuevo el extremo exuberante de tantas veces. Lo logró desde esa nueva labor de carrilero que le demanda replegarse más de lo que acostumbraba sobre todo para juntarse en el repliegue. Mantiene eso sí, su capacidad innata para definir. Ninguno de los dos goles que marcó eran sencillos. “Lo de carrilero se me está dando bien, más o menos”, gallegueó al final.
Todo sucede sin que Yeremay acabe de explotar todo su potencial. El talentoso atacante canario se mueve por el campo como atribulado por la necesidad de marcar diferencias en cada acción. Tiende incluso al arabesco. Y que necesita encontrar alguna respuesta se evidencia por su reacción tras el gol que se le escapó tras una maniobra genial en el balcón del área que acabó con un remate desviado por el portero. El partido ya estaba sentenciado, pero Yeremay pareció sufrir esa resolución de la jugada como si fuese un pasaje decisivo. En todo caso, tiene el sitio, las cualidades y las conexiones para hacer clic en cualquier momento. Hidalgo le quiere cerca del área y ahí lucirá como se le supone en cuanto recupere su esencia, la del descaro. A veces resulta complicado encontrarla en un fútbol tan pautado, que exige posicionamientos y movilidades en ataque que nunca se hubiesen planteado en ese entorno barrial que le da valor al fútbol del diez deportivista. Pero la influencia de Yeremay es evidente incluso cuando está lejos de su mejor versión. Tan es así que el entrenador rival descartó de su once a uno de los pilares del equipo, el central Jorge Pulido, para colocar a Carrillo, un central-lateral, cerca del astro deportivista. Pero no siempre las pizarras se pintan con los mejores colores: en uno de los primeros envites Carrillo, raudo, se adelantó a Yeremay, sí, pero para introducir la pelota en su propia portería y abrir una gozosa noche deportivista.
“El sufrimiento es bueno”, asegura el estoico Hidalgo con una filosofía que entronca con la idea que durante tantos años abonaron nada menos que Arsenio Iglesias o Javier Irureta. Trabajo, solidez, conceder poco… Hay varias maneras de subir a Primera, todas igual de válidas. Las dos últimas del Deportivo fueron bien diferentes, la de José Luis Oltra consistía en marcar un gol más que el rival, 76 a favor y 45 en contra para sumar 91 puntos y dar el salto de categoría. La de Fernando Vázquez bastó con 69 puntos, requirió apenas 48 tantos a favor y permitió 36. Parece adecuado deducir que este Deportivo oposita desde una vía intermedia, con dinamita en ataque para detonar nueve goles en los dos últimos partidos, y sabedor de la importancia de no destaparse defensivamente. Es un equipo preocupado y ocupado en que no le transiten, que no permite al rival correr y que incluso recurre sin muchas fruslerías a la falta táctica si es preciso. A veces los partidos pueden derivar a plomizos, pero si el ajedrez táctico acaba en un jaque mate de cuatro goles a favor y ninguno del rival siempre, siempre, serán divertidos.
